Me Convertí En La Amiga De La Infancia Del Obsesivo Segundo Protagonista Masculino
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El no pensó haber hablado mucho tiempo con ella, pero ya había pasado una hora.
—Entonces, me voy.—
Se levantó, con un poco de prisa.
Por un momento, pensó en encontrar una buena excusa por si Rietta lo atrapaba, pero afortunadamente, no lo hizo.
En cambio, otra persona vino a verlo al salón de té.
—Joven Maestro.—
Era el mayordomo de la familia.
Llevaba algo en las manos, y Noel se puso pálido al verlo.
—Me he enterado de que ha dejado un libro que tomó prestado de la Biblioteca Real hace un rato, y el bibliotecario lo ha traído a la mansión.
El mayordomo le entregó a Noel un libro con la portada “¡Todo sobre el Reino de Liz! Cosas curiosas sobre el territorio”.
—¡.....!—
¿Por qué lo estaba exhibiendo de esa manera?
Noel chilló internamente y cogió rápidamente el libro que le dio el mayordomo.
Luego, con una mirada incómoda, miró por un momento a Rieta en el lado opuesto.
Ella no conocía ninguna lengua imperial, así que esperaba que no supiera qué libro había tomado prestado.
Pero su deseo fue inútil.
El título del libro de trapo estaba en ambas lenguas, la imperial y la del Reino.
—Te lo digo por si lo malinterpretas. Ni siquiera tengo curiosidad por el Reino de Liz.
—¿...?—
—¡Eso es!—
—¡Ah!—
Dijo pronto Rietta, dando una palmada con expresión iluminada.
—A Noel le gusta el Reino de Liz.—
Completó una frase sin sentido y lo miró con cara de preguntar si estaba en lo cierto.
“Por supuesto, ¡era gramaticalmente correcto! ¡Era cierto!”
Tal vez fuera porque Noel no podía responder.
El mayordomo, que había estado observando a los dos, respondió con un pulgar hacia arriba.
—¡Es perfecto, princesa!—
—¡No lo es!—
La cara de Noel se arrugó mientras se desesperaba por dentro una vez más.
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—Príncipe Noel, he oído que la princesa Liz vive con usted.—
El hijo del Conde susurró en voz baja al oído de Noel.
Noel fue porque lo invitaron a cenar, pero no podía creer que esto fuera lo único que el hijo del Conde le preguntó.
—¿Y qué tiene de bueno la princesa Liz?—
Noel siguió comiendo como si nada.
—He oído que la princesa Liz es muy bonita.—
Kiiik.
El tenedor de Noel rayó el plato.
Lo apretó con demasiada fuerza en ese momento.
—¿Príncipe?—
—No disfruto de este tipo de bromas casuales.—
—¡...!—
El hijo del conde parecía sorprendido, y rápidamente agachó la cabeza.
—Lo siento, dejaré de ser grosero...—
—Bueno, no soy yo con quien debes disculparte.—
—Así es. Debo disculparme cuando vea a la princesa más tarde.—
—¿Por qué te encontrarías con la princesa?—
—¿Perdón? Es que... ¿no puedo?—
—Por supuesto que no puedes.—
Noel respondió con una sonrisa retorcida.
No tuvo que decirles a los otros aristócratas que la princesa ardilla no sabía hablar la lengua imperial.
—Es así...—
Noel sintió una extraña sensación de victoria cuando el hijo del conde respondió abatido.
Y no sabía por qué se sentía así.
*****
Era de noche cuando Noel volvió a casa en carruaje.
Teniendo en cuenta su corta edad, era demasiado tarde para que regresara.
Adormecido en el carruaje, se despertó de repente en cuanto dejó de moverse.
Pronto, el mayordomo abrió la puerta, así que bajó del carruaje, frotándose somnoliento los ojos.
—Bienvenido, joven maestro.—
—¿Y padre?—
—Está en el despacho.—
—¿Mi hermano?
—Supongo que su conferencia terminará tarde.—
Después de su regreso, todos los saludos ceremoniales intercambiados entre Noel y el mayordomo terminaron.
Sin embargo, el mayordomo lo miró fijamente.
—¿Hay algo más que quiera preguntar?—
—.... ¿La p-princesa?"—
Ante su pregunta, el mayordomo sonrió.
—Está en su habitación. Volvió a comer muy poco, así que todos en la cocina están preocupados.—
—Me temo que alguien como la princesa está siendo demasiado exigente.—
Justo en ese momento llegó el asistente del duque, saludandolos.
Dijo que el Duque deseaba ver al mayordomo, y estaba esperando el regreso de Noel.
—Vaya primero con su padre, estaré allí pronto.—
—Sí.—
Cuando el mayordomo y el asistente desaparecieron, Noel tiró inmediatamente del incómodo cuello de la camisa.
Los trajes elegantes eran buenos, pero también demasiado incómodos.
Le dijeron que se acostumbraría con el tiempo.
—¡Oh, Noel!—
Cuando estaba a punto de entrar en la mansión, escuchó la voz de Rieta desde lejos.
Cuando levantó la vista, ella lo saludó, asomando la cabeza por la ventana.
—Buenos días, oh no. Es de noche.—
En un instante, Noel se rió del saludo matutino y vespertino.
“Parece que ha aprendido un nuevo saludo del profesor de lengua imperial”
—Buenos días, princesa.—
—Es de noche.—
Rieta frunció ligeramente los labios ante su saludo burlón.
“Así que ella también se enfadó”pensó Noel“que interesante”
—Noel, uhm...—
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[Traducción: Lizzielenka]