Capítulo 42
Gernan remontó recuerdos del pasado.
Incapaz de superar la presión de su madre Serbia, fue designado para el puesto de gerente del granero de alimentos, una gran responsabilidad usualmente a cargo de los mayores, por lo que pasó por este lugar a altas horas de la noche.
Desde el interior del granero pudo escuchar lo que parecían ser gemidos sin aliento de una pareja.
«¿Quienes están revolcandose en el granero?»
Gernan abrió sigilosamente la puerta del granero con la intención de arrastrar fuera a esos imbéciles y avergonzarlos. Sin embargo, sus ojos brillaron cuando se encontraron con una escena interesante.
Al presenciar lo que estaba tomando lugar en el granero, los ojos de Gernan se agrandaron en un instante.
Había encontrado la espalda llena de cicatrices de Tarhan, el principal guerrero y cazador de Aguilea.
La espalda del hombre se movía dinámicamente, sus tendones como los de una bestia totalmente cubierta de músculos, mientras devoraba el suave cuerpo femenino debajo de él.
«¿Qué? ¿Tarhan está tomando a una mujer…?»
No lo podía creer.
Tarhan era un tipo que había hecho de su interés por las mujeres, nulo en comparación a sus logros y habilidades, un trampolín hacia la victoria. Incluso gozaba de una reputación dentro del grupo de cazadores. A quien le tocara con ese imbécil era un hecho que se haría de una considerable porción del botín de caza.
En esos días, el estatus del desafortunado bastardo había comenzado a mejorar, cosa que no había pasado desapercibida por Gernan.
«Tsk. Solo es un pequeño bastardo que Kahanti usa como cebo, se deshará de él tan pronto se vuelva imprescindible…»
Además de eso, su obstinada obsesión de mostrarse indiferente ante las mujeres, hasta el punto de ni siquiera asomar la nariz durante el Día del Reposo, lo hacía parecer el hombre más peligroso y atractivo del grupo. Las mujeres no podían apartar la vista de él.
«¿Ese enuco sabe montar el cuerpo de una mujer? ¿Qué clase de perra...?»
Podía sentir su cuerpo arder de emoción ante los inesperados acontecimientos mientras colocaba sus manos en la desgastada puerta y buscaba una mejor posición.
Poco después, el cuerpo de Tarhan giró y en el momento en que confirmó el rostro de la mujer que rasguñó e hirió su pecho, Gernan detuvo sus manos ahora en sus pantalones.
«¿Qué…?»
…Era esa perra lisiada.
Una sanguijuela que había estado viviendo en la cabaña de Tarhan por años, sus estropeadas piernas no eran más que una vergüenza. Era la perra que se había movilizado desde los campos vacíos abandonados hasta al pueblo donde vivía su tribu, provocando tantos disturbios.
De vez en cuando los aldeanos recogían agua de estiércol y se lo rociaban en la cabeza por andar esparciendo su infecciosa enfermedad en toda casa a la que se mudaba. Gernan no sabía si era mejor deshacerse de ella.
Esa tediosa perra que perseguía todos los días a ese bastardo.
En el momento en que vio el rostro al rojo vivo de la chica bañado en la tenue luz y balanceándose sobre la cintura de ese desafortunado bastardo, una sensación que nunca antes había sentido se esparció por la columna vertebral de Gernan.
Sobre su sien, sudor se mezcló con excitación.
«Me preguntaba qué había estado haciendo esa perra para poder comer todo este tiempo. ¿Esto quiere decir que ha estado extrayendo el semen de ese bastardo todos estos años?»
Viendo a la joven pareja revolcándose en el suelo, no le pareció que esta fuera la primera vez en que compartían estos encuentros.
El cuerpo de la pequeña mujer estaba siendo partido en dos, su pequeño y esponjoso trasero siendo golpeado vigorosamente, el largo pilar del hombre siendo succionado profundamente entre sus pliegues con un sonido húmedo. La fuerza del hombre era tanta que ésta no pudo ocultar sus gemidos placenteros, y aunque su cuerpo estaba siendo aplastado, no parecía pensar en detenerlo en ningún momento.
«Ja. Pensé que eras un eunuco el cual nunca había tocado a una mujer...ahora veo que has estado haciéndolo todo este tiempo con esa perra, ¿verdad?»
¿Desde cuándo han estado juntos de esta manera?
Gernan había visto a esa chica desde que tenía menos de la mitad de su tamaño. Parecía reconocerla simplemente como un desagradable accesorio que ese desafortunado bastardo había estado llevando consigo desde que era solo un niño.
Fue porque Gernan no era generoso y no tenía tiempo para desperdiciar indagando en las vidas de personas inferiores. Sin embargo, nunca imaginó que ella poseería un agujero capaz de devorar sin ninguna dificultad tal magnífico pilar hasta la raíz.
«Ahora que lo veo, parece que la basura se está juntando con la basura»
Eh.
La expresión de Gernan, riéndose mientras observaba lo que parecía ser el apareamiento animal de dos asquerosas vidas, de alguna manera se congeló.
Tragó en seco.
Ahora la perra lisiada envolvía sus piernas alrededor de la cintura del desafortunado bastardo y se balanceaba para mantener el ritmo de las embestidas. Aunque usaba todo su cuerpo para aferrarse a la ingle del bastardo, esa no era una habilidad que podría adquirir alguien que solo se había acostado con un hombre por primera vez.
—¡Ah! ¡Haaa…!
Una sensación de hormigueo recorrió la columna de Gernan, aumentando gradualmente el tamaño de su miembro. Ese fue el caso a pesar de que era un objeto que difícilmente se mantendría en pie a menos que fuera puesto en manos de una mujer voluptuosa durante un buen tiempo.
Había visto a muchas jóvenes Aguileñas más hábiles y seductoras que ella. El hecho de que el ritmo no fuera tan rápido por culpa de sus inútiles piernas también fueron factores que restaron puntos.
Aun así, la expresión de la chica compensó todo aquello.
Esa maravillosa expresión hacia el hombre que embestía contra su cuerpo, como si sólo existiera él en el mundo.
El rostro emocionado y los ojos llorosos que parecían iban a derramar lágrimas en cualquier momento estaban llenos de adoración por ese desafortunado bastardo.
Esa expresión decía que estaba dispuesta a darle todo a ese hombre que se hacía de su cuerpo y cavaba en ella sin piedad, al punto en que agarraría su propio trasero con ambas manos y separaría sus mejillas para él.
…Que desesperada.
—¡Haahng! ¡Ta-Tarhan! ¡Tarhan, te-te amo…! S-se siente muy bien, Tarhan…¡te amo!¡Haah-ah! ¡Aah...! ¡Ta, Tar... Haaah!
Era asombroso.
Una perra hablando de amor. Una vida peor que la basura hablando de anhelo y amor.
Pronto, algo cayó repentinamente frente a Gernan mirando la escena frenéticamente. Cuando frotó las comisuras de su boca, retiró los restos de saliva que no habían a caído.
Los ojos de Gernan, espiando el íntimo encuentro de la pareja, estaban inyectados en sangre.
Rápidamente se bajó los pantalones y agarró el pequeño objeto parecido a un capullo que se había levantado antes de comenzar a frotarlo rápidamente. Ni siquiera podía recordar cuándo fue la última vez que había estado tan excitado.
—¡Huck!¡Hooah…!¡Aah…!
Ya no podía oír más excepto la estimulante respiración bestial del encuentro. La chica, ahora con ambas piernas alzadas sobre los anchos hombros del hombre, quedó enterrada debajo de él, incapaz siquiera de gritar. Parecía estarla matando.
Sus lágrimas habían caído, corrían por su garganta y ahora se acumulaban en el suelo. Gernan ni siquiera podía distinguir si era dolor o placer lo que estaba sintiendo mientras la veía luchar por alzar su enrojecido cuello, su barbilla levantada hacia el cielo y su boca abierta.
¿Pero qué importaba eso?
El bastardo gruñía mientras levantaba los glúteos de esa perra al límite y frotaba sus genitales con saña, hasta el punto de confundirse con fuertes bofetadas. El cuerpo de ese bastardo llegando al final de su excitación se había calentado hasta volverse más oscuro.
—¡Huck, huck...! ¡Enya! ¡Maldición, Enya…!
Los movimientos de la mano de Gernan, apretando su cosa, indicaba que él también iba por el mismo camino.
Poco después, como si sus ojos estuvieran a punto de salirse, se volvieron al revés, se mordió la otra mano y cayó hacia atrás.
Inmediatamente después de eso, los gemidos de un hombre y una mujer estallaron desde el interior del granero como si les estuvieran desgarrando la garganta. Gernan jadeó y se arrastró por la puerta. Tenía que capturar el momento en que los dos alcanzaban el clímax.
Incluso después de que el cuerpo de la chica, laxo como un cadáver, fuera doblado por la mitad, el hombre no pudo evitar gemir mientras se regaba dentro de ella como si ésta siguiera estrujándolo desde dentro.
La chica, incapaz de abrir bien los ojos, trató de aceptar al hombre que cubría todo su cuerpo, luchando por mover sus delgadas extremidades y acariciando su robusto cuerpo. Estaban enredados y retorciéndose hasta el punto en que se veían ridículos.
Los dos cuerpos, repugnantemente entrelazados como serpientes, rodaron durante mucho tiempo en el húmedo almacén después de haber terminado el encuentro.
Gernan sintió que sus ojos volvían a temblar, inclinó la cabeza y miró hacia abajo. Sus pantalones estaban mojados como si se hubiese orinado, pero su cosa como un capullo que había vomitado líquido blanco volvía a ponerse en pie.
…El desafortunado bastardo estaba a punto de darle la vuelta a la chica y repetirlo desde el principio.
Gernan sintió sus ojos ensancharse. Entonces agarró su cosa que había sido despertada dos veces por primera vez en la vida y comenzó a masturbarse.
—En aquel entonces lo saqué varias veces al día pensando en ello. Fueron los mejores días de mi vida…
Enya observó a Gernan mientras éste trepaba por su cuerpo y su expresión palideció.
Sintió que le empezaba a fallar la respiración y a marearse. Al momento siguiente, abrió la boca lo más que pudo y comenzó a gritar frenéticamente.
—¡B-Bastardo desquiciado…! ¡Aaagh! ¡Alguien, quien sea! ¡A-Auxilio! ¡Tarhan! ¡Ta-Tar—! ¡¡HUHP…!!
A pesar de sus intentos de pedir ayuda, sus últimos gritos fueron bloqueados por su poderoso agarre.
—Espera, espera. Shh... Enya, no seas así. Últimamente me está costando un poco hacer que se pare. El recuerdo de aquella época es tan antiguo que ya no parece funcionar.
Enya tembló al ver a Gernan escanear su rostro y cuello con ojos hambrientos. No podía ejercer fuerza como si su cuerpo no le perteneciera.
Gernan chasqueó la lengua y la miró, sus ojos llenos de lujuria.
—Esto no funciona en los últimos días, no puedo vivir así. Incluso si me estoy volviendo loco, lo haré, estoy decidido a morir… ¿lo entiendes?
Cuando su mano le apretó el cuello, ella dejó escapar un grito por el dolor.
—¡H-Hgh…!¡Huck…!
—Así que tendrás que ayudarme un poco, ¿sí? Lo pondré dentro de ti solo una vez. N-No. ¡Sólo echaré un vistazo a tu agujero…! ¿Crees que quiero meterme con ese desafortunado bastardo? ¡No te tocaré!
Luego gritó con orgullo, como si realmente creyera sus siguientes palabras.
—¡Piensa en ello como un honor…! Piensa en mí como alguien que ni en tus mejores sueños imaginarías te podría pedir algo como esto... ¡Ugh!
Gernan gritó por el terrible dolor en su mano hundida en entre sus ropas.
—¡Maldita perra!¡Me mordiste! Ni siquiera puedo golpearte por miedo a lastimarte...ese bastardo lo vería.
Incluso en esa situación, Enya fue fácilmente dominada por la fuerza de ese bastardo, quien la miraba realmente asombrado.
Parecía un maniático.
Era difícil creer que hubiera entrado en un granero con un pervertido así. Ya ni siquiera podía oír el jadeo de su respiración porque el aire no entraba en su garganta ahogada. Su conciencia empezó a caer en un sueño profundo.
La mano de Gernan se movió con más dureza y crueldad.
—¡Quédate quieta, bastarda! ¡Dije que simplemente miraría tu agujero! ¡No te tomaré por ese desquiciado de Tarhan! Solo daré un vistazo…¡Hakk!
Entonces algo pareció pasar frente a sus ojos con un destello deslumbrante, y el cuerpo maloliente de Gernan, que había estado sobre ella, de repente cayó al otro extremo del granero con un horripilante sonido.
Traducción: Claire