Capítulo 41

Bosque Salvaje - Novela

09/09/2023

Capítulo 41

 

—¡Tarhan trabajó muy duro e invirtió mucho tiempo en construir nuestra cabaña...! Tardó meses en diseñarla, recolectó barro y lo mezcló con paja para luego moldear la masa resultante en forma de ladrillos y cocerlos al horno. Primero los secó herméticamente al sol, los glaseó uno por uno para luego cocerlos al horno una vez más. Se hizo de la columna vertebral de un monstruo aterrador pues dijo que sus huesos sostendrían la cabaña, los afiló uno por uno... 

 

Enya se esforzó por explicar el valor de su hogar usando sus gestos y manos.

 

Incluso mientras construía la cabaña, Tarhan cumplió con el horario de caza establecido por Kahanti e incluso trabajó diligentemente cuando fue llamado para trabajar en el campo durante la temporada de cosecha. Y cuando hubo una inundación, él fue el primero en movilizarse para apartar el enorme árbol caído en medio del gran sitio rocoso.

 

Su cabaña era la mejor de la tribu.

 

—En mi cabaña nunca filtra el agua cuando llueve o se llega a sentir frío cuando sopla el viento. Es muy resistente. Es tan acogedor acostarse dentro y poder conciliar el sueño. Además, la chimenea está bien conectada con el exterior, por lo que no hay forma de que se acumule humo dentro. E incluso puede soportar tormentas y granizo.

 

Tarhan nunca descuidó el mantenimiento de su hogar.

 

Cada año, mezcló gachas de hierba recién hervidas con barro y pintó el exterior de la cabaña que se había dañado, así como revisó la chimenea para reparar cualquier zueca. Además, también eliminó y limpió las cenizas y piedras que ya no servían ubicadas en el horno, retiró el musgo cerca del pozo y reparó la pila de piedras colapsadas.

 

—Está un poco lejos de la aldea, pero eso es porque...

 

Enya no pudo continuar.

 

Fue porque, naturalmente, le vinieron a la mente todos los acontecimientos de la época en que Tarhan empezó a buscar un lugar donde situar su cabaña.

 

En ese momento, Tarhan pensó que la razón por la que Enya colapsaba todo el tiempo era debido a las malas condiciones del sitio donde vivían, pues constantemente se sentía muy débil y no se recuperaba adecuadamente una vez se postraba en cama. Trataron de dejar de mudarse en cabañas abandonadas que no brindaban calor ni permitían circular el aire en absoluto.

 

Sin embargo, no habían muchas opciones donde vivir para un joven sin posesiones, que apenas había realizado la ceremonia de mayoría de edad, pudiera optar debido a la fuerte oposición de los mayores. Fueron enviados de regreso a las afueras donde nadie vivía pues los propietarios siempre los rechazaban.

 

«No hubo una mano amiga, así que tuvo que construir una casa en el suelo donde no había nada...»

 

Enya elaboró las alfombras para la cabaña terminada con su tejido maltrecho. También bordó los tapices de las paredes y creó los jarrones colocados junto a la cama. Tarhan los horneó, los glaseó y se los entregó sin queja alguna.

 

Enya puso tréboles y dalias en ellos. Cada vez que Tarhan pasaba junto a éstos, echaba un vistazo a los jarrones e intentaba evitar que las comisuras de sus labios se alzaran.

 

Enya pensó en su hogar y se mordió los labios.

 

—¿Tienes fiebre...? ¿Por qué tienes los ojos tan rojos otra vez?

 

Leroi colocó su dedo índice sobre la mejilla de Enya, preocupado. Sin embargo, ésta apartó su mano con nerviosismo.

 

Entonces Leroi se apartó de ella y murmuró burlonamente.

 

—Dicen que si lloras así, una araña esquelética te atrapará en el bosque de Nervana.

 

Enya miró a Leroi y puso los ojos en blanco.

 

—Co-como sea, Tarhan hizo esa cabaña por mí. Es una cabaña muy bonita. 

 

Luego agregó unas palabras para aconsejar a Leroi.

 

—Si-si no muestras tu sinceridad con tu esfuerzo, las mujeres no querrán saber nada de ti, ¡mucho menos entrar en tu cabaña! ¿lo sabes, verdad?

 

—Ahh, como era de esperar, las mujeres realmente dan miedo. Después de que Nihitan fuera atrapado por Yaru, éste hace lo que sea que esa mujer le pide. Ni siquiera se da cuenta que lo controla complementamente a su gusto.

 

Leroi se encogió de hombros mientras decía aquello.

 

Enya golpeó en el hombro a Leroi como lo haría cualquiera con un hermano menor. Sin embargo, como era de esperar, el golpe pareció solo dolerle a ella.

 

El maravilloso banquete de la gente del Bosque de Nervana estaba llegando a su fin. Los jóvenes, que disfrutaban incansablemente de su tiempo junto al fuego, se fueron quedando dormidos uno por uno, con vasos en las manos, uno apoyado en el otro.

 

Kiyan y los mayores miraron a esos jóvenes como si fueran patéticos y los empujaron con los pies para que reaccionaran y fueran a dormir dentro.

 

Enya de repente recobró el sentido cuando era medianoche y comprobó los alrededores, que habían oscurecido, antes de buscar a Rigata. 

 

Rigata, a quien encontró poco después, lucía un poco desorganizado, como se esperaba, pero seguía bebiendo una copa de vino cerca del Gerpan en el que habían viajado con una mirada clara. Se sorprendió al encontrar una marca roja en su nuca que aparentemente no había visto antes.

 

«…No tengo que lamentar haber disfrutado del banquete por mi cuenta.»

 

Con ese pensamiento en mente, Enya subió al Gerpan con la ayuda de Rigata, y pronto encontró a Kiyan y Fiarca acercándose a ella.

 

—Gracias por venir hoy. Fue un placer pasar con ustedes dos.

 

Fiarca los siguió con una sonrisa educada, diciendo que se aseguraría de despedir a Enya hasta que llegara a su aldea.

 

Cuando estaba a punto de declinar, siendo apoyada por Rigata, Enya finalmente accedió a que Fiarca la acompañara hasta la entrada de la tribu de Aguilea.

 

—Me aseguraré de volver a verte pronto.

 

Kiyan sostuvo las manos de Enya durante un largo tiempo, su mirada inquebrantable. Enya no pudo soltar su mano a pesar de la agobiante mirada de Kiyan, pero pudo partir después de un tiempo.

 

Después de llegar a la entrada del pueblo, incluso después de separarse de Fiarca, los dos condujeron el Gerpan durante bastante tiempo. Esto se debía a que su cabaña se encontraba más lejos del hogar de los demás.  

 

¿Cuánto tiempo estuvieron en el Gerpan? Fue en el momento en que pasaron por el pueblo. De repente, se escuchó una fuerte conmoción a su alrededor.

 

—¡Los caballos han escapado! ¡¡Dense prisa y pidan ayuda!!

 

Toda la aldea estaba hecha un lío.

 

Enya miró a Rigata, ansiosa. Él también frunció el ceño al mirar alrededor de la aldea donde se estaba produciendo una conmoción, mientras ponía una mala expresión.

 

En ese momento, alguien que parecía conocer a Rigata corrió rápidamente hacia donde él.

 

—¡Rigata! ¡Está aquí!

 

—¿Qué está pasando?

 

Preguntó, frunciendo el ceño.

 

—Parece que las jaulas de los caballos que se encargaban de transportar suministros por la carretera norte se han roto. Docenas de caballos se han vuelto locos y huyen a la vez...

 

Entonces, la expresión de Rigata se oscureció de inmediato.

 

—¿Dónde está el sublíder?

 

—Acaba de terminar una reunión con los ancianos. Se dirigen al granero.

 

El granero se encontraba a solo unos minutos de allí. Rigata miró a Enya mientras ignoraba el impulso de dejar escapar una maldición. 

 

Enya habló rápidamente.

 

—No te preocupes por mí, vete, date prisa. Conozco el camino a mi cabaña desde aquí.

 

Al escuchar sus palabras, Rigata endureció su expresión y se negó.

 

—No es posible. El sublíder tribal me ordenó personalmente que llevara a Enya ante él una vez estuvieramos de regreso.

 

Entonces la conmoción producida por el ruido de los caballos se hizo más fuerte. Incluso si dos o tres hombres lo aferraran entre sí, sería muy difícil someter a un caballo salvaje, pero si se trataban de decenas de estos sementales, era muy probable que está situación ocasionara varias muertes.

 

El granero donde decían se dirigía Tarhan no estaba lejos de aquí. Estaba ubicado en una zona de la aldea que solo se encontraba a unos pasos de distancia.

 

Enya se dirigió rápidamente a Rigata.

 

—Mi cabaña está un poco lejos de aquí, pero si es el granero, solo está a unos pasos de este lugar. Si Tarhan está allí, iré yo misma hasta él. Rigata debe ayudar a esta gente.

 

Ante esas palabras, la expresión de Rigata se volvió muy preocupada. Luego, lanzando una maldición, preguntó a Enya en voz baja.

 

—¿Estás realmente bien con eso?

 

Enya asintió rápidamente.

 

Rigata se volvió hacia el hombre, que los observaba nerviosamente y rápidamente les dio instrucciones.

 

—Primero, saca todas las cuerdas del almacén. Pide prestados caballos a la aldea de al lado. ¡Apresurate!

 

Pronto desapareció rápidamente junto con el hombre.

 

Enya se apresuró al granero después de ver a un grupo de perspnas saltar hacia adelante y someter a uno de los caballos que se abalanzaba sobre éstos.

 

Pudo distinguir el gran edificio designado como área de almacenamiento de granos entre los almacenes densamente poblados de la aldea vecina. Parecía que había llegado al lugar correcto, a juzgar por el mortero, la guadaña rota y las cestas cubiertas de betún que los rodeaban.

 

En ese momento, una persona salió por la entrada del granero. Enya se sobresaltó instintivamente y se apoyó contra la pared para esconderse. Su expresión se oscureció después de confirmar quién era. 

 

...Avisak.

 

Tan pronto como vio el cabello rojo ondeando al viento, su corazón comenzó a latir dolorosamente.

 

«Dijo que Tarhan definitivamente estaba con los ancianos…»

 

Avisak, por supuesto, no estaba sola. Su criada, que parecía haberla estado esperando fuera, siguiendo a Avisak como una sombra, rápidamente la vistió con una bata antes de finalmente desaparecer juntas en la oscuridad.

 

Sintiendo su corazón latir con fuerza, Enya se dirigió con cuidado a la entrada del granero por donde había salido Avisak. La luz se filtraba por la puerta entreabierta. Ese hombre había dicho que Tarhan definitivamente se encontraba con los ancianos, pero ésta no pudo distinguir gran presencia humana en el interior.

 

«¿Estabas aquí a solas con Tarhan?» 

 

Al cruzar esa idea por su cabeza, Enya se sobresaltó. No estaba bien dudar de Tarhan de esa manera. Pero, curiosamente, sintió una sensación de hormigueo en el pecho y la garganta.

 

«Sobre todo, Avisak es una forastera, por lo que el acceso al granero de Aguilea debería estar estrictamente prohibido para ella…»

 

Enya tragó saliva y abrió la puerta del granero donde se suponía que estaba Tarhan.

 

La puerta bien engrasada se abrió sin hacer ruido.

 

—Tarhan…

 

Mientras cerraba los ojos viéndose cegada momentáneamente por el almacén brillantemente iluminado, Enya llamó en voz baja el nombre de Tarhan. Sin embargo, el hombre que esperaba no se encontraba en el granero.

 

Gernan, con sus ojos bien abiertos, la miraba fijamente.

 

Enya huyó como una rana que se encuentra con una serpiente sin más tiempo para pensar en ello. Sin embargo, no pudo dar más que unos pasos antes de que la parte posterior de su cabello fuera atrapado, siendo arrastrada hacia el interior del granero.

 

—¡Huu, huuk...!

 

Sus ojos se oscurecieron.

 

Al mismo tiempo, un dolor ardiente recorrió su cuero cabelludo. Sin importarle el dolor que estaba ocasionando, Gernan la agarraba imprudentemente del cabello y la arrastraba hasta el centro del granero.

 

Entonces, la lanzó y trepó sobre su cuerpo mientras ésta intentaba huir nuevamente, pateándolo con todas sus fuerzas.

 

—¿Qué? Me estaba preguntando si estaba empezando a imaginar cosas. Pero si realmente eres Enya.

 

Gernan, presionando sobre el cuerpo de Enya, habló mientras entrecerraba los ojos con sorpresa. Enya frunció el ceño ante el desagradable olor a hojas de tabaco que emanaba de su boca.

 

En un instante, su cuerpo envuelto por el miedo, se entumeció y no pudo pensar en más.

 

Los ojos de Gernan se oscurecieron mientras la miraba. A pesar de intentar con todas sus fuerzas alejarlo, el hombre no se movió.

 

—No esperaba que vinieras así cuando me siento como una mierda.

 

—¡Ugh…! ¡Suéltame...!

 

Los ojos de Gernan brillaron maliciosamente mientras miraba a la mujer que luchaba debajo de él.






Traducción: Claire

Capítulo 41

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