Capítulo 36

Bosque Salvaje - Novela

08/26/2023

Capítulo 36

 

Tarhan rebuscó en la lonchera que ésta había empacado un par de veces más, se comió un último trozo de carne y se palmeó el estómago como si estuviera lleno. 

 

Entonces murmuró mientras Enya levantaba la vista con un rostro a punto de llorar, luciendo tan lamentable.

 

—Empacaste mucho, hubiera sido un desperdicio.

 

Ella lo miró con ojos temblorosos. Todo parecía indicar que no había mentido cuando dijo que no había comido.

 

Tarhan, mirándola mientras ésta le regresaba la mirada sin pronunciar palabra, le colocó suavemente un largo mechón detrás de su oreja de manera un tanto vacilante.

 

—… ¿Te has sentido muy sola estos días?

 

Enya miró al hombre en un abrir y cerrar de ojos.

 

«¿Sola? ¿A qué se refiere?»

 

Mientras examinaba su expresión, éste le acarició la mejilla con el dedo índice y murmuró, evitando su mirada.

 

—…En estos días, no he podido volver temprano a casa. Ni siquiera he podido comer contigo.

 

Diciendo eso, la miro con una expresión realmente arrepentida.

 

Enya pronto se dio cuenta de que se había tomado en serio lo que Rayhald había dicho antes. Había una emoción inexplicable en su expresión cuando la miró. Su imagen se reflejaba en los ojos que contenían emociones que no podía definir, no sabía si era ansiedad o impaciencia.

 

Eventualmente, se dio cuenta de que ella también tenía la misma expresión.

 

Pronto entendió la razón de ese sentimiento.

 

Hasta ahora, el mundo de Enya giraba únicamente en torno a Tarhan. Desde el momento en que un niño y una niña que no pertenecían a ninguna parte compartieron una cabaña para sobrevivir, habían estado confiando el uno en el otro durante mucho tiempo. Cada uno sostuvo la vida del otro, evitando el frío de la noche y acurrucandose en los brazos del otro para buscar calor.

 

No había habido otra persona en el sólido castillo que habían construido estas dos personas hasta ahora.

 

Tarhan era su único compañero, amigo, amante y familia. Enya significaba lo mismo para Tarhan... cada uno de ellos era ese tipo de existencia para el otro.

 

Sus agudos sentidos notaron que alguien estaba tratando de colarse por un hueco. La relación entre ambos, que parecía nunca podría quebrantarse, estaba a punto de hacerlo, y Enya no era la única a la que le aterrorizaba ese sentimiento.

 

—Eso…

 

Sin saber qué hacer, estuvo a punto de responder que no sería así, pero él rápidamente le tapó la boca.

 

—Está bien. Con tal de que...de que no sea así, está bien.

 

Cuando su gran mano ahuecó su mejilla, acariciandola y rozando sus labios, el pulgar de Enya dio con el de éste mientras, naturalmente, abría un poco la boca. Sin embargo, al contrario de lo que ella había pensado, él estuvo satisfecho con solo rozar suavemente sus labios con un dedo.

 

Ella cerró los ojos por un momento ante su toque antes de abrirlos lentamente.

 

Ya no podía leer ninguna expresión en el rostro de Tarhan.







[...]







Cuando la tribu del bosque de Nervana estaba por realizar la ceremonia de purificación, estos realmente fueron a por ella hasta la entrada de la aldea. Tal como se lo prometió a Tarhan, Enya esperó con Rigata antes de unirse a ellos.

 

—¿Eh? Vaya, nunca había visto a este sujeto antes.

 

Yaru miró a Rigata y coqueteo a su alrededor con una dulce sonrisa. Entonces, Nihitan miró a Yaru y dijo como si estuviera lanzando una advertencia.

 

—Es un escolta de Aguilea, no pienses en él como una persona.

 

Rigata frunció el ceño ante esas palabras, luego miró a Enya montando el Gerpan y cerró la boca. Enya miró en silencio el rostro incómodo de Rigata.

 

«Debes tener mucho que hacer, pero has tenido que venir conmigo por orden de Tarhan...»

 

Era ella quien lo pasaba mal con Rigata, quien solía ser serio y taciturno. Aunque recibía la confianza infinita de Tarhan, no era muy cercano a ella. Entonces, sin siquiera imaginar en sus sueños que había recibido la confianza de Tarhan, Enya comentó para complacer a Rigata.

 

—¿Alguna vez has oído hablar de la ceremonia de purificación en el bosque de Nervana, Rigata?

 

—Por supuesto, he oído hablar de eso. Sé que las criaturas del bosque de Nervana tienen poca vitalidad cada vez que abandonan el bosque, al punto de lloriquear por ello.

 

Rayhald, que había estado escuchando en silencio, gritó ruidosamente.

 

—¡Oye, amigo! ¡Eso es demasiado! ¿De verdad quieres ponernos a prueba para ver si solo son rumores? ¡Los guerreros del bosque de Nervana siempre estarán listos…! 

 

Entonces agitó un musculoso brazo. Enya rápidamente giró la cabeza cuando vio que su enorme antebrazo lleno de músculos se movía con gran flexibilidad y el tatuaje en su piel se contraía.

 

De hecho, todos los guerreros del Bosque de Nervana que ahora los escoltaban eran tan fuertes y robustos como los principales cazadores de Aguilea. A diferencia de Enya, quien se sentía un poco intimidada por eso, Rigata solo miró al frente sin soltar las riendas a pesar de la provocación de Rayhald.

 

—…Decían que era una tribu antigua envuelta en misterio, pero ahora ese rumor está completamente arruinado. Habría sido mejor nunca encontrarnos.

 

Enya se mordió el labio para contener la risa ante las palabras de Rigata.

 

Yaru suspiró de manera extraña desde atrás mientras observaba a Rigata avanzar sin dudarlo, conduciendo al Gerpan como una estatua de piedra sin prestar atención a Rayhald.

 

—Oh, vaya. Genial, es mi tipo.

 

Nihitan, otro guerrero de Nervana con cabello largo que caminaba en silencio detrás de Yaru, la miró de manera extraña y preguntó sin rodeos:

 

—¿Cuál es tu tipo?

 

Yaru resopló de vuelta.

 

—¿Oh? Un apuesto hombre maduro que emita una actitud seria y reticente.

 

Entonces Rayhald gritó desde atrás. 

 

—¿Qué tal un tipo fuerte e inteligente más joven que tú, Yaru? ¿Eh? No andes con un solo hombre todos los días y busca una nueva pareja para la temporada de primavera cuando regreses. ¿Qué tal yo? ¿Eh?

 

Yaru de repente distorsionó la expresión y extendió el dedo meñique en dirección a Rayhald.

 

En medio de blasfemias al estilo de Nervana, pronto llegaron al bosque donde se llevaría a cabo la ceremonia de purificación. Cada vez que sus pies cavaban a través del sendero del bosque lleno de malezas, un insecto cercano salía despavorido.

 

Entonces notó el ruido de animales salvajes que nunca antes había escuchado resonar débilmente.

 

«…Qué raro. ¿Los bosques siempre son así de ruidosos?»

 

Como Enya pensó que era extraño y miró a su alrededor con una expresión un poco inquieta, Kiyan, que conducía lentamente su Gerpan frente a ella, le explicó sin volver la cabeza.

 

—Es solo que el bosque está alborotado debido a la energía de los miembros de Nervana. Para ellos, es como si hubiéramos invadido su territorio, así que están un poco sorprendidos. Mejorará con el tiempo.

 

Se sorprendió al escuchar a Kiyan, que ni siquiera la había mirado, responder una pregunta que se había estado haciendo en su mente. A pesar de su apariencia indiferente, tenía la extraña sensación de que todos los miembros del bosque de Nervana a su alrededor parecían estar prestándole atención.

 

Y así, caminaron durante mucho tiempo por el sendero del bosque lleno de árboles gruesos.

 

Después de llegar al pequeño terreno baldío fue que finalmente comenzaron a relajarse. Enya no participó directamente en la ceremonia como prometieron inicialmente. Se situó en una esquina junto con Rigata y los observó realizarla.

 

Primero comenzó el ritual tribal de la mano de Kiyan, que constaba solo de mujeres.

 

El procedimiento era muy desconocido para ella. De hecho, ni siquiera se veía tan grandioso. Pintaron su piel blanca en varios colores y dibujaron círculos con adornos que parecían hechos de huesos de monstruos alrededor de sus cuellos, brazos y tobillos.

 

Luego, en parejas, cada una utilizó una daga para cortarse el cabello, cortándolo hasta el punto en que llegara justo debajo de las orejas. Algunos de esos cabellos fueron quemados o volaron con el viento.

 

Después de eso, tomadas de la mano en un círculo con Kiyan en el centro, se quedaron quietas durante varios minutos, sus rostros mirando el suelo en silencio. Parecía como si estuvieran rezando al dios del bosque.

 

—...Si lo miras de esa manera, realmente no hay otra tribu más primitiva que ésta.

 

Rigata, observando la escena en silencio, resopló y murmuró con los brazos cruzados. Enya observó la ceremonia de Nervana con los brazos alrededor del cuello del Gerpan mientras escuchaba a Rigata.

 

Sin embargo, había algo un poco extraño al respecto.

 

Todo lo que hicieron fue dibujar círculos en sus cuerpos y quedarse de lo más quietas, sin embargo, una cantidad considerable de sudor rezumaba de las sienes y nucas de todas las mujeres que realizaban el ritual. A pesar de que no hacía calor en el bosque y la temperatura era tan baja que se sentía un poco fría si te quedabas quieto, sus cuerpos parecían calentarse como si estuvieran de pie bajo el sol abrasador de pleno verano.

 

Rigata, que también lo había notado, trató de acercarse a ellas frunciendo el ceño mientras soltaba los brazos.

 

Pronto, alguien a su alrededor puso una mano sobre el pecho de Rigata para detenerlo.

 

Fue Nihitan.

 

Nihitan, que era tan grande como Rigata, solía llevar el largo cabello suelto, pero hoy lo había trenzado y colocado naturalmente sobre su musculoso torso.

 

—No te acerques demasiado. No puedo responsabilizarme de lo que suceda.

 

Susurró una advertencia. 

 

Rigata, que había estado tratando de acercarse a las mujeres, se detuvo y miró a Nihitan, para luego cruzarse de brazos nuevamente.

 

Enya notó que el corto intercambio había terminado y volvió a concentrarse en la ceremonia.  

 

Pero fue extraño. El simple hecho de ver a las mujeres sudar sin cesar, como si tuvieran calor, dio lugar a una extraña sensación como si su cuerpo también se estuviera calentando.

 

«Qué extraño… ¿Por qué hace tanto calor?» 

 

Enya se quitó el manto que había traído para abrigarse, temiendo que hiciera frío, y se abanicó con las manos mientras miraba a su alrededor. Los hombres del Bosque de Nervana estaban bien, pero ella no sabía por qué estaba sudando con una sensación tan cálida y húmeda.

 

Rigata, que estaba mirando a Enya, frunció el ceño y preguntó.

 

—¿Tienes calor, Enya?

 

Enya respondió a Rigata con un leve sí, luego continuó abanicando con su mano. Nihitan los observaba con ojos entrecerrados.







Traducción: Claire

 

Capítulo 36

Bosque Salvaje - Novela

08/26/2023

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