Capítulo 35

Bosque Salvaje - Novela

08/23/2023

Capítulo 35



Él también parecía haberse quedado sin palabras ante la pregunta inesperada. Tarhan envolvió la mano de Enya en la de él como de costumbre y luego, como advertencia, envió una mirada amenazadora a Yaru, para luego susurrarle rápidamente.

 

—Si te sientes incómoda, no tienes que responder.

 

Tarhan, que susurró en voz baja, parecía más preocupado. Enya no pudo pronunciar palabra. Si ella dijera que quería asistir a la ceremonia del Bosque de Nervana, ¿lastimaría a Tarhan?

 

—Y-Yo…

 

La gente del Bosque de Nervana nunca le había hecho daño alguno. Más bien, aparte de Tarhan, eran las únicas personas que habían aportado alegría y emoción a su vida. 

 

Enya había pensado en ellos durante los últimos días, reflexionado sobre las conversaciones que había tenido con éstos y preparando qué decir con anticipación para su próximo encuentro. Es posible que para ellos no hubiera sido gran cosa, pero significó mucho para Enya.  

 

Durante ese tiempo, Enya no volvió a pasar largas noches sola, incluso sin la presencia de Tarhan. Por supuesto, no podía siquiera compararse con lo que Tarhan significaba para ella, pero Enya no quería perderse esta oportunidad.  

 

—Y-Yo…

 

Los ojos de Tarhan, mirándola, se entrecerraron como si la instara a decir algo. Éste apretó su agarre en su mano.

 

—Y-Yo, ellos dijeron algo sobre confirmar algo...quiero escuchar a qué se referían con eso primero…

 

Enya respondió vacilante, incapaz de apartar los ojos de su mirada. Le pareció que al menos debería saber de qué confirmación estaban hablando antes de participar en la ceremonia.

 

Entonces, Yaru rápidamente dio un paso atrás y respondió en un tono alegre.

 

—Ah, es algo trivial. Solo queríamos ver si el ritual funcionaría incluso si una forastera como Enya estuviera presente. No necesariamente tendría que ser Enya, pero ¿no eres la única persona lo suficientemente cercana a nosotros a la que le podríamos pedir esto?

 

Yaru, hablando en un tono más ligero que de costumbre, parecía sincera. Al escuchar aquello, los ojos de Tarhan se entrecerraron con sospecha.

 

Rayhald, como era de esperar, notó que la situación había mejorado un poco e intervino para ayudar.

 

—Así es. Enya no tiene que hacer nada. Piensa en ello como si solo fueras a pasar el rato con nosotros.

 

No se olvidó de mirar rápidamente a Tarhan antes de continuar.

 

—Ha de haber sido muy duro trabajar todo este tiempo a sola con esa abuela pesada. A veces hay que tomarse un día libre. Es demasiado rutinario el que tengas que volver a casa después del trabajo, emm, tener que esperar a una persona que al final no llega a tu cabaña y regresar una vez más a trabajar, ¿verdad? Además, Ihita también se ha vuelto una mujer pesada estos días. Está ocupada haciendo recados para esa abuela, por lo que Enya trabaja la mayor parte del tiempo sola.

 

Escuchar eso le dio a Enya la confianza de que realmente podría aceptar su pedido. Miró el rostro de Tarhan con tanta esperanza, pero resultó que su expresión no era muy buena. Estaba mirando fijamente a Enya con una expresión muy conflictiva en su rostro. 

 

Enya miró su opaca expresión, algo fuera de lo normal cuando estaban juntos. Él también debería haber notado el movimiento de sus dedos retorciéndose entre sus manos.

 

—Bien, entonces…los acompañaré…

 

Enya miró vacilante tanto a Tarhan como a la gente del Bosque de Nervana. De repente, el brazo que sostenía su mano ganó fuerza. Sin dejar de sostener a Enya, Tarhan levantó el otro brazo y revolvió bruscamente su cabello.

 

Luego dijo masticando cada palabra.

 

—Maldición...en cambio, no irás sola. Lleva a Rigata contigo.

 

Tampoco se olvidó de decirles con firmeza, señalándolos con un dedo.

 

—No olviden que siempre los estaremos observando.

 

Mientras acercaba a Enya aún más entre sus brazos, miró a Kiyan y gruñó.

 

—Lastiman a esta mujer y me encargaré personalmente de acelerar la destrucción de tu tribu, lo suficientemente cerca ya de su extinción. 

 

Su franqueza la tomó por sorpresa y miró a Kiyan consternada. Por otro lado, Kiyan, por supuesto, parecía bastante ofendida por sus palabras, pero asintió sin bajar los brazos.

 

Tarhan levantó a Enya, que estaba de pie a su lado, como si ya no tuviera ninguna razón por la que tratar con ellos.

 

Enya, sorprendida por el repentino levantamiento de su cuerpo, rápidamente envolvió sus brazos alrededor de su cuello. Tal vez Tarhan no la perdonaría por luchar esta vez, pues avanzó y comenzó a alejarse de allí sin preguntarle si estaba conforme con ello.

 

Enya también permaneció tranquilamente entre sus brazos sin pedirle que la bajara como antes lo había hecho. Detrás de ella, pudo ver a la gente del Bosque de Nervana hablando entre ellos.







[...]






Después de regresar a casa, Tarhan fue el primero que se lavó en el pozo. 

 

Apesar de no haber mucho que limpiar, a diferencia de cómo de costumbre, se aseguró de lavar cada rincón de su cuerpo. Pronto salvó las brasas que ardían, fue a buscar un poco de agua y empezó a hervirla.

 

Enya se sentó en un sofá mientras él hacía esto y aquello, sumida en sus pensamientos. Sus piernas estaban hinchadas.

 

Si todo hubiera sido como de costumbre ella también habría estado ocupada preparando la cena, pero los eventos de esta tarde la habían puesto bajo mucha tensión, por lo que no tenía energía para mover ni un dedo. Estaba mirando fijamente a la pared cuando Tarhan entró con el cabello mojado y una olla llena de agua caliente.

 

En el momento en que sus ojos se encontraron, esta bajó la mirada. Sin decir una palabra, este puso la olla que había traído a su lado y se sentó frente a ella en silencio.

 

Enya notó que estaba de mal humor, algo extraño entre ellos. Sin embargo, como si tuviera algo más importante que hacer, levantó la falda de Enya que le llegaba hasta los tobillos y empezó a lavarle los pies. Tuvo sentimientos encontrados.

 

《No tuve intención de ocultarlo...》 

 

Le incomodaba no haberle podido contar antes sobre su tiempo con la gente del Bosque de Nervana.

 

Tenía miedo de que pudiera molestarse con ella.

 

En realidad, Enya nunca había visto a Tarhan enfadado con ella, pero sabía que se enojaba frecuentemente con los demás. Enya odiaba hacerlo sentir mal al punto en que miraba su reacción antes de cada acción y cada palabra que decía. Si él estaba mal, ella también. Pensar en lastimarlo era casi aterrador.

 

Era lo mismo en este momento. Por alguna razón, sentía que había hecho algo que él no quería y su corazón se hundió con amargura.  

 

Su corazón estaba afligido, así que colocó suavemente una mano sobre el brazo de Tarhan que masajeaba sus pies. Su mano, que había estado lavando silenciosamente sus extremidades, se detuvo abruptamente. Podía sentirlo mirándola con una ceja levantada preguntando el por qué.

 

—L-La comida…

 

Enya mencionó vacilante, ahuecando suavemente su mejilla. Mirando sus pestañas temblorosas, hizo una pausa por un momento antes de murmurar. Entonces volvió a lavar y masajear sus pies.

 

 —… Escuché que la habías traído. Debería comerla.

 

La respuesta la tomó por sorpresa y lo empujó con indignación antes de esconder rápidamente la lonchera que estaba sobre la cama detrás de su espalda e intentar ponerse de pie.

 

—N-no. Te haré algo nuevo. ¡Comerás eso!

 

La lonchera que había preparado para él había resultado completamente aplastada y arruinada durante la conmoción que se generó al tratar de escapar de Gernan. No podía ofrecerle algo así. Además, se sintió indignada por el hecho de que, contrariamente a sus expectativas, él todavía no había comido.

 

Enya apartó su mano y trató de levantarse.

 

—¡Todavía no has comido! ¿Qué has estado haciendo todo este tiempo? Prepararé algo enseguida. Te daré un poco de carne, come eso por el momento. ¿Dejaste encendido el fuego...?

 

Tarhan sujetó a Enya, que parecía estar a punto de llorar mientras intentaba apartarlo e ir a la cocina. Entonces la volvió a sentar en su lugar mientras decía con una voz que parecía contener la risa.

 

—Está bien, yo me encargo. Descansa un poco.

 

Enya lo fulminó con la mirada ante esa tontería.

 

Estaba molesta.

 

Su hambre casi podía competir con la de ella. No, ¿qué rayos estaban haciendo los líderes de las fuerzas aliadas trabajando sin comer? Si no querían comer, entonces ellos deberían ser los únicos que no lo hicieran. No sabía por qué Tarhan tampoco lo había hecho.

 

Tarhan finalmente se apartó después de masajear con mucho cuidado sus tobillos y frotarlos con las hierbas habituales. Lo que siguió fue un espectáculo. Rápidamente arrebató el paquete de hojas de loto secas que ella había escondido detrás de su espalda, listo para comerse la comida que esta había empacado.

 

En un instante, Enya, a quien le arrebataron la lonchera arruinada, estiró los brazos hacia él y gritó, su cuello completamente rojo.

 

 —¡Ta-Tarhan…! No estoy bromeando. Me comí casi todo lo que empaqué para ti, no quedó mucho, y lo que quedó cayó al suelo y se cubrió de tierra y polvo…

 

—Oh, pusiste una buena cantidad de carne. Es una pena.

 

Estaba examinando el almuerzo que ella había empacado ahora entre sus manos.

 

Enya bajó los hombros, abatida por lo que estaba haciendo Tarhan. De repente recordó lo que había dicho Gernan al mirar el contenido de la lonchera.

 

Tal como había dicho, era una lonchera realmente pobre. Solo habían unas pocas bolas de arroz mezcladas con cebada y mijo al vapor que tanto se había esforzado en hacer por la mañana, pero ahora habían caído al suelo, quedando totalmente irreconocibles.

 

Le avergonzaba el solo hecho de que Tarhan las estuviera viendo. Enya se acercó desesperadamente y le suplicó a Tarhan. 

 

—Tarhan, por favor… Haré algo nuevo. Tira eso y ven aquí. Come otra cosa conmigo, ¿si?  

 

Tarhan escuchó, pero no se detuvo. Rebuscó entre los sucios granos de arroz y se hizo de un gran trozo de carne. Era un bulto que sobresalía de la bola de arroz que ella había apartado para él.

 

Después de sacudirlo varias veces con la mano, realmente se lo metió a la boca.

 

—¡Ta-Tarhan...!

 

Ella lo miró con el rostro enrojecido y rápidamente le arrebató el paquete de hojas de loto secas antes de mirarlo con resentimiento.

 

—Está delicioso, ¿por qué?

 

Tarhan masticó el trozo de carne varias veces con un rostro inexpresivo. Entonces se lo tragó de un solo bocado. Sucedió tan rápido que esta no pudo evitarlo.






Traducción: Claire

Capítulo 35

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