Capítulo 34
Al recordar la voz de Kiyan, moderada pero poderosa, Enya luchó una vez más por salir de entre los brazos de Tarhan, casi angustiada.
Se abrazó desesperadamente a su cuello y susurró.
—Ta-Tarhan. Bájame, por favor, ¿sí...? No duele en absoluto. Puedo caminar. Caminaré hasta la entrada de la aldea, ¿sí?
Siempre había sido reacia a que la vieran compartiendo un momento de intimidad con él.
Al escuchar lo que parecía ser una súplica, el rostro de Tarhan se endureció de inmediato, y tal vez era porque no podía evitarlo, pero la bajó lentamente al suelo.
Aun así, no apartó su mano de su cintura.
Enya no puso resistencia, apoyándose en su brazo. Entonces su mirada se enfocó en Kiyan, quien los observaba.
Kiyan se situó frente a ellos con la misma autoridad con la que se presentó por primera vez ante estos.
La mujer con cabello castaño corto hasta el cuello tenía tatuajes en los antebrazos, al igual que todos los habitantes del Bosque de Nervana.
Sin embargo, a diferencia de los demás que tenían uno o dos tatuajes, los suyos cubrían ambos antebrazos, incluidas las manos
—...Líder del bosque de Nervana.
Murmuró Tarhan al reconocerla.
Enya también miró a Kiyan, temerosa, mientras ésta última los observaba fijamente. Aunque recientemente se había familiarizado con la gente del Bosque de Nervana, esta era la primera vez desde aquella reunión en la que se encontraba con su líder de esta manera.
La líder del Bosque de Nervana, que parecía haber salido recientemente de la sala de conferencias, se acercaba al lugar junto a su sobrina, Yaru. Esta última debía haber notado a Enya y a Rayhald, pues asomó la cabeza por detrás de Kiyan y gritó.
—¡Ahí estás, Rayhald! No sabíamos lo que podría pasar, fue por eso es que te dije te quedaras dentro, pero ¡¿has estado divirtiéndote con Enya todo este tiempo?!
Enya pudo ver a Rayhald negar con la cabeza rápidamente mientras le lanzaba una mirada desesperada a Yaru sin pronunciar palabra.
Eventualmente, Yaru se dio cuenta de la inusual situación y se mordió la lengua. Enya también notó que el endurecimiento instantáneo de sus expresiones se debía al hombre rígido a su lado lanzándoles una fría mirada.
—Tal como escuché, parece que realmente te preocupas mucho por ella, Tarhan.
Incluso después de escuchar eso, Tarhan no respondió. Tampoco borró su fría expresión. Como si considerara no valía la pena responder a aquello, éste señaló con la barbilla a Rayhald, congelado en su lugar.
—¿Qué hace aquí la líder del Bosque de Nervana? Si has venido hasta aquí para encontrar a tu estúpida escolta, me gustaría que te lo llevaras en este instante.
Enya miró a Kiyan con preocupación debido al tono de voz de Tarhan, más agudo del de costumbre.
Afortunadamente, Kiyan parecía estar familiarizada con el temperamento del sublíder de la tribu de Aguilea. Ésta respondió a las bruscas palabras de Tarhan con una sonrisa, sin mostrar ninguna señal de estar ofendida.
—Probablemente sea debido a que eres el líder de las Fuerzas Aliadas, que incluso reconoces los rostros de los escoltas de nuestra tribu.
Tarhan respondió con un resoplido.
—Finalmente se te ha soltado la lengua, deberías haber hecho uso de esta en la sala de conferencias hace solo unos minutos. Si tienes algo que decir, hazlo ahora o en la reunión que se llevará a cabo mañana. Entonces, me iré.
Diciendo eso, se alejó de ellos sin darles tiempo siquiera para empezar. Abrazando la cintura de Enya, les dio la espalda a la gente del bosque de Nervana después de lanzarles una mirada fastidiada.
—Espera.
En ese momento, Kiyan llamó una vez más su atención. Tarhan detuvo sus pasos, giró parcialmente y volvió a preguntar sin ocultar su molestia.
—¿Qué ocurre?
Kiyan respondió sin vacilar.
—Nada en especial. Solo quiero hablar sobre algo que he querido solicitar al sublíder tribal desde hace tiempo.
Tarhan, con medio cuerpo girado hacia ella, arqueó una ceja y preguntó.
—¿Una solicitud?
—Así es.
Kiyan no perdió la oportunidad y habló mientras daba un paso adelante. Enya se apoyó sobre el costado de Tarhan y observó a los dos ansiosamente, todavía entre sus brazos.
—Me gustaría invitar a Enya, la mujer que está a tu lado, a nuestra próxima ceremonia de purificación del Bosque de Nervana.
Los ojos de Enya se abrieron como platos tan pronto como escuchó esas palabras.
Había estado ansiosa por pedirle su opinión a Tarhan después de escuchar a Yaru hablar sobre la ceremonia de purificación. Sin embargo, nunca soñó que Kiyan, la líder del Bosque de Nervana, se le adelantaría.
La reacción de Tarhan fue mucho más dura de lo esperado. Respondió inmediatamente a la defensiva, ejerciendo más presión en el brazo aferrado alrededor de su cintura.
—No sé de qué estás hablando, pero no hay ninguna razón convincente para invitar a esta mujer a tu ceremonia. Me negaré.
Fue una negativa que no daba lugar a reconsideraciones.
Enya miró a Tarhan con la boca abierta. No era que no se lo esperara, pero escuchar aquello viniendo de él realmente produjo una peculiar sensación en esta. Aún así, bajó la mirada para ocultar su decepción y no hacerlo sentir incómodo.
Kiyan, que miraba a Tarhan, continuó con una extraña sonrisa.
—Tómalo con calma. ¿Crees que podríamos habernos acercado a la mujer que vive en la cabaña de Tarhan con alguna intención impura? No habrá nada especial. Solo quiero que venga y vea nuestra ceremonia.
Sin embargo, Tarhan todavía se negó, ejerciendo aún más fuerza al brazo sosteniendo a Enya por la cintura.
—He dicho que no. No importa cuál sea tu intención o propósito al querer acercarte a ella, mi respuesta será la misma.
Declaró con una expresión y voz más determinadas que nunca.
—Mi mujer no irá a ningún otro lugar que no sea mi cabaña y su lugar de trabajo.
Enya se estremeció ante la voz aterradoramente determinada. ¿Había estallado de nuevo su ira, que parecía haber disminuido antes?
En ese momento, Yaru, que se parecía mucho a Kiyan, pero su voz era fina y aguda, se situó frente a ellos.
—Espera un momento. No estamos pidiendo que participe en la ceremonia. Solo nos gustaría que pudiera venir y echara un vistazo. Nos hicimos amigos de Enya en el taller de plantas medicinales donde ella trabaja. No estamos tratando de hacerle daño. Solo queríamos confirmar…
—Escuché que la gente del bosque de Nervana visita con frecuencia el taller de plantas medicinales de Piache estos días. No sabía que habían estado buscando acercarse a mi mujer.
Tarhan cortó a Yaru de lleno y continuó con ira.
—Simplemente lo dejé pasar porque sus movimientos no habían causado problemas hasta ahora, pero no planeo seguir permitiéndolo. No vuelvan a acercarse a mi mujer de esta manera. Es muy desagradable.
Ante las palabras que parecían más una amenaza, Yaru se estremeció, sus ojos bien abiertos al ser incapaz de ocultar su sorpresa.
Sintiendo que la atmósfera se calentaba rápidamente, Enya tembló. Había estallado la situación que tanto había temido en secreto mientras convivía con la gente del Bosque de Nervana.
《Como lo esperaba...sabía que a Tarhan no le agradaría el que me haya relacionado con ellos.》
Aunque lo sabía, Enya no pudo ocultar la amargura cuando ese pensamiento se hizo realidad.
No es que no lo entendiera. Los miembros de Nervana eran forasteros a los que acababa de conocer, extraños que no sabrían cuándo decidirían darles la espalda y volverse sus enemigos. Sólo los mantenían unidos un lazo superficial producto de la frágil coalición de las Grandes Llanuras.
Y aunque sabía que él iba a actuar de esta manera al tratarse de su seguridad, no pudo ocultar la decepción que la embargó.
Finalmente Kiyan, la líder del Bosque de Nervana, quien había estado escuchando la conversación en silencio, respondió con una mirada fría.
—No creo que haya necesidad de mostrarse tan a la defensiva como perros salvajes privados de su comida. No tenemos ninguna intención de hacerle daño a tu mujer.
La voz áspera de Tarha también se volvió feroz.
—Entonces, es simple. Te agradecería que recogieras a ese pequeño bastardo tuyo y se largaran de aquí.
Enya se estremeció ante las frías palabras como dagas que brotaron de su garganta.
Kiyan, que había estado observando en silencio, volvió a hablar con una expresión ligeramente burlona.
—Ciertamente, tal como he oído, parece que si se trata de esta mujer, estás dispuesto a hacer cualquier cosa Aún así, no debes sobreprotegerla. La mujer que está entre tus brazos parece que se está ahogando.
A pesar de sus palabras, Tarhan no relajó su brazo alrededor de la cintura de Enya. Esta lo miró con una sensación distante, sintiendo que la fuerza con la que la estrechaba aumentaba ligeramente.
—...En la sala de conferencias, mantuviste la boca cerrada como un sapo, así que pensé que no estabas familiarizada con el idioma de las Grandes Llanuras. No sabía que tenías una lengua tan larga.
Tarhan respondió agresivamente a Kiyan, quien lo observaba mostrando una sonrisa torcida así como una de sus cejas alzadas. Todavía sosteniendo a Enya entre sus brazos, susurró en voz baja como si esto fuera una advertencia
—Si es así, es mejor para ti mantener la boca cerrada como lo hiciste hace solo unos momentos en la sala de conferencias.
Enya no sabía qué hacer. Miró ansiosamente al hombre que la abrazaba con fuerza frente a Kiyan y Yaru, mientras este mostraba su ira abiertamente. Rayhald, quien habría bromeado casualmente como de costumbre, tampoco dijo nada.
Yaru, que había estado observando la situación en silencio, se interpuso entre Kiyan y Tarhan como si hubiera pensado en algo.
—Esperen, ambos. Por favor, paren un momento. Solo estamos aquí para pedirle a Enya que participe en nuestra ceremonia de purificación, no para amenazar o secuestrarla.
Entonces, Yaru hizo algo que Enya nunca hubiera esperado. Le preguntó directamente a Enya, considerando su opinión, quien había estado en silencio y con la cabeza gacha entre los brazos de Tarhan.
—Enya, por favor, respóndeme. ¿Estás dispuesta a venir con nosotros para ver la ceremonia del Bosque de Nervana?
Ante la pregunta completamente inesperada, Enya parpadeó, incapaz de encontrar palabras. Pudo sentir tres pares de ojos sobre ella a la vez. Enya se sonrojó de inmediato y buscó a tientas el brazo de Tarhan. Éste entendió e inmediatamente tomó su mano y la estrechó.
Traducción: Claire