Capítulo 33

Bosque Salvaje - Novela

08/19/2023

Capítulo 33



Como si no le importaran los dos hombres congelados en su lugar, se apresuró a avanzar y se acercó a Enya. Al mismo tiempo, Rayhald se apartó uno o dos pasos de ella a medida que Tarhan se acercaba.

 

Enya no pudo sonreír a pesar de finalmente ver el rostro que tanto había añorado. 

 

—¿Qué pasó? ¿Por qué estás aquí ahora? ¿No se supone que a está hora estarías descansando después de haber terminado con tu trabajo en el campo de Piache? Deberías haberte quedado en casa.

 

Entonces Tarhan, con su cuerpo fijado en ella, solo volvió la mirada y gruñó hacia donde se encontraban Rayhald y Gernan, que apenas había logrado ponerse en pie.

 

—Y, ¿qué hay de estos bastardos?

 

Lo que lo hizo aún más especulativo fue la reacción de Enya.

 

Cuando vio el rostro de Tarhan por primera vez en mucho tiempo, de repente rompió en llanto y las palabras no salieron, como si su lengua se hubiese pegado al paladar. 

 

El rostro de Tarhan, al examinar su expresión, se hundió aún más allá de la imaginación. Tarhan le dio la espalda para encararlos. Su mirada fija en el joven inmóvil del bosque de Nervana y el hijo de Serbia.

 

—Explíquense.

 

Murmuró brutalmente. Los soldados con antorchas a cada lado de él se estremecieron solo de escuchar su voz.

 

En ese momento, Rayhald retiró su ilusión de haber experimentado toda clase de crisis extremas en el mundo.

 

A primera vista, pudo adivinar que Tarhan era un hombre aterrador. Sin embargo, confiaba en que ningún hombre del bosque se sentiría intimidado por su apariencia. Por lo tanto, incluso cuando el sublíder de la tribu estalló en la sala de conferencias, no podía entender por qué la gente le temiera tanto. Eso fue hasta ahora. 

 

Fue solo hasta que recibió directamente el estallido de ira de ese hombre que pudo entender completamente los sentimientos de los aguileños que se comportaban como perros orinandose frente a él. 

 

¿Qué tantos monstruos debes de matar para que el aura que arrojaba esta persona pudiera elevarse a ese nivel?

 

—...No hay respuesta. ¿Tendré que rasgarles la boca para obtenerlas?

 

Una amenaza brotó desde las profundidades de la garganta del sublíder tribal.

 

Frente a él, incluso Rayhald, que no había dado un paso atrás incluso después de presenciar con sus propios ojos el desprendimiento de la piel de la araña calavérica en el bosque de Nervana, sintió que el sudor frío brotaba de sus manos. Por no hablar del segundo hijo de Aguilea. Cojeaba con sus piernas ya sueltas, y sus extremidades temblaban tanto que incluso Rayhald pensó se iba a orinar

 

Rayhald resopló para sus adentros. 

 

Estaba seguro de que su aspecto tan entumecido se debía a que había hecho algo de lo que él no había notado..  

 

En ese momento, la mujer que había permanecido inmóvil salió detrás de él.

 

 —Ta-Tarhan…

 

Rayhald casi sin darse cuenta tiró de la muñeca de Enya mientras ésta se acercaba sin vacilar al escalofriante sublíder tribal frente a ella. 

 

¿Quién era esta persona que se atrevía a dar un paso adelante de esa manera?

 

Sin embargo, Rayhald no pudo evitar sorprenderse por la vista que pronto se desarrolló ante sus ojos. Cuando Enya se acercó al sublíder de la tribu de Aguilea sin vacilar, cojeando, como alguien que no sintiera miedo en absoluto, colocó su pequeña mano sobre el pecho de Tarhan, quien todavía los miraba como si los fuera a matar.

 

Ciertamente, a ella no se le pidió ninguna explicación, pero la mujer se dirigió al sublíder tribal con suavidad y comenzó a descubrir la situación. 

 

—Hoy terminé de trabajar temprano así que... 

 

Lo que fue aún más sorprendente fue la reacción del sublíder. Relajó su cuerpo rígido como si la ira que había cubierto sus ojos se calmara tan pronto como sintió el toque de la mujer. El sublíder giró lentamente la cabeza hacia Enya, sin apartar su mirada de ellos.

 

A Rayhald le pareció que era un movimiento para escuchar más de cerca su apenas audible voz. 

 

Enya continuó, señalando la lonchera que sostenía en sus brazos.

 

—Vine a traerte el almuerzo, pero calculé mal la hora. Era demasiado tarde y me dolían las piernas, así que me senté un rato cuando Rayhald…

 

Rayhald esperaba que Enya no mencionara su nombre, pero fue en vano. Ante la mención de su nombre, los ojos del cacique se posaron inmediatamente en él. El sudor frío de Rayhald le picaba en la nuca y no podía soportarlo.

 

Los ojos de Tarhan, fijos en él, se entrecerraron.

 

—Ah, del Bosque de Nervana…

 

Rayhald se sorprendió al saber que el sublíder de Aguilea conocía su rostro y su nombre. Él era alguien que el jefe de las Fuerzas Aliadas que se encontraba demasiado ocupado podía dejar pasar por alto. Pero al parecer ese no era el caso. Ahora que lo pensaba, recordó que Kiyan recientemente había insinuado que el sublíder tribal de Aguilea los estaba vigilando.

 

《Este tipo es como una bestia…》

 

El rígido cuello de Rayhald se estremeció al observar al sublíder tribal, quien le regresaba la mirada, para luego volverse a su compañera.

 

—Espero que este tipo no haya venido hasta aquí para hacerte daño.

 

Enya lo miró y detuvo a Tarhan, quien con una expresión distorsionada parecía como si estuviera a punto de desgarrarle la garganta a Rayhald en cualquier momento. 

 

—¡Oh, no! Rayhald... sólo me levantó después de que tropecé. Me ayudó a ponerme de pie.

 

Enya finalmente cerró los ojos y mintió a Tarhan. 

 

No quería causar más alboroto. Si Tarhan se enterara de lo que Gernan le había hecho, lo mataría sin vacilar en este preciso instante. Tarhan era un hombre que no se quedaría quieto.

 

Actualmente, en Aguilea se concentraban innumerables tribus de las Grandes Llanuras. Los líderes de las Fuerzas Aliadas, cada uno liderando sus propias fuerzas, competían por el poder mientras se miraban unos a otros con una tensión que podría ser cortada con una espada. 

 

Cada acción del sublíder de Aguilea, el líder de las Fuerzas Aliadas, estaba siendo vigilada de cerca. En tales circunstancias, ni siquiera quería imaginar cuál sería el resultado si se difundieran rumores de que existían fricciones con las fuerzas de la misma tribu, provocando conflictos internos en su propia tribu, Aguilea. 

 

La reacción que se esperaría de Serbia también le parecía terriblemente aterradora. Por lo tanto, Enya se colgó desesperadamente de los brazos de Tarhan para superar este momento.

 

—Tarhan, realmente estoy bien. Solo me caí.

 

Enya trató de hacer que éste volviera su rostro hacia ella, buscando a tientas y acariciando la piel febril de Tarhan.  

 

—Estaba preocupada por que comieras..  regresas muy tarde a casa. Se que quizás creas fue una preocupación sin sentido pero… pero también vine hasta aquí porque quería ver tu rostro al menos una vez el día hoy. Iba a regresar de inmediato, pero supongo que estaba un poco cansada.

 

Era vergonzoso de decir tales cosas frente a tanta gente a su alrededor pero en ese momento, esas eran las únicas palabras que llamarían su atención.  

 

Enya continuó tirando de Tarhan hacia ella, incluso cuando sintió una sensación ardiente en sus ojos.

 

Entonces, la cabeza del hombre que había estado mirando intensamente a Rayhald y Gernan, se volvió lentamente hacia ella.

 

Mientras su expresión todavía parecía estar llena de ira, pudo notar que su voz se había ablandado más que antes.

 

—¿Te caiste? ¿Te lastimaste?

 

Todavía había cierta ira en la voz que había bramado hace unos momentos, pero era completamente diferente a la que había usado antes. La atmósfera que parecía indicar iba a correr sangre en cualquier momento desapareció en un instante. 

 

Rápidamente se dio la vuelta y la agarró por los hombros, observándola de arriba abajo mientras comprobaba su estado. Enya se puso un poco nerviosa, teniendo que contener la respiración. 

 

Tarhan, quien confirmó con sus propios ojos que no estaba visiblemente herida, chasqueó la lengua ligeramente y volvió su cabeza nuevamente hacia las dos personas congeladas en su lugar.  

 

—¿Siguen aquí? No piensen en volver a deambular innecesariamente por la sala de conferencias. Largo de aquí.

 

Ante esas duras palabras, Gernan, estático como si estuviera a punto de orinarse encima y con el rostro pálido, se movió primero.

 

Enya tragó en seco al verse con sentimientos encontrados mientras lo miraba alejarse intentando no perder el equilibrio mientras corría. 

 

Tan pronto como Gernan desapareció, Tarhan se volvió hacia ella, ignorando a Rayhald como si sus asuntos con él hubieran terminado.

 

Como si hubiera esperado, la alzó en brazos.

 

 —¡A-Ah...! ¡Tar-Tarhan…!

 

Enya forcejeó débilmente entre sus brazos, el viento nocturno llenando sus pulmones.

 

Aunque estaba acostumbrada a ser abrazada por él de esta manera en la privacidad de su cabaña, aún quedaban algunos centinelas, además de Rayhald. Enya sintió la necesidad de cubrirse el rostro ante el hecho de que Tarhan, el sublíder tribal, la abrazara sin dudarlo frente a extraños. 

 

Su expresión se torció cuando la miró, pues sabía que su mujer evitaba mostrar su cercanía a los demás. Sin embargo, su expresión pronto cambió a preocupación.

 

Se aferró a la mujer que luchaba y seguía tratando de escapar, abrazándola con fuerza y diciendo en voz baja como para tranquilizarla.  

 

—Dijiste que te caíste. Hagamos esto solo por hoy. 

 

Enya no pudo responder ante la mentira que ella misma había inventado, por lo que no tuvo más remedio que asentir con la cabeza mientras contenía la respiración.  Después de presenciar cómo la boca de Rayhald se abría de par en par mientras la miraba en los brazos de Tarhan, quiso esconder la cabeza en el suelo.

 

Tarhan, tratando de no mostrar su rostro y sosteniendo a la mujer escondida entre sus brazos, comenzó a avanzar.

 

 Fue cuando…

 

—Sublíder de Aguilea.

 

Alguien se interpuso en su camino.

 

Ante la voz baja y desconocida, Tarhan se volvió, todavía sosteniendo a Enya entre sus brazos. Enya reconoció al dueño de la voz y quedó horrorizada.

 

Era Kiyan, miembro del Bosque de Nervana, la líder de la tribu de las mujeres.







Traducción: claire

Capítulo 33

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