Capítulo 32
Enya no pensó mucho en ello, pero se levantó de su asiento creyendo que se trataba de alguno de los ancianos de la tienda de campaña, de allí dónde ardían las antorchas, que había salido un momento para hacer algo en particular.
Sin embargo, una voz que había escuchado hace sólo unos momentos hizo que la mano que trataba de cerrar la lonchera se congelará en su lugar.
—Oh, pero si eres Enya.
Con solo esas palabras, Enya sintió un escalofrío recorrer toda su columna vertebral. Reconoció de inmediato el rostro del hombre que estaba de pie frente a ella con una antorcha en la mano.
Una gran apariencia, pero una voz que era todo lo contrario…
Barba gris cubría su barbilla, ocultando la suave e inmaculada piel de su cuello, blanda y carente de músculo. A primera vista, era un hombre con una apariencia decente, lo suficiente como para ser considerado guapo…
Sin embargo, se trataba de Gernan, el segundo hijo de Serbia, que nunca había dirigido una caza y ya había dejado embarazada a una tercera mujer.
—Vaya, ha pasado mucho tiempo, Enya. Estaba empezando a preocuparme pues no había rastro de ti.
Su voz ronca y sensual la llamó, ahogándola en una sensación desagradable. Su corazón dio un vuelco al encontrar a Hernán en un lugar como este. ¿Por qué estaba aquí ahora cuando debería estar en el salón de reuniones junto a su madre?
Se puso de pie de un salto.
Cerrando la lonchera rápidamente, la aferró entre sus brazos, se dio la vuelta y se alejó cojeando, pero éste la alcanzó inmediatamente.
—¿Hoy también te revolcaste con el sublider tribal en el granero? En realidad, ¿no está demasiado ocupado estos días como para tener tiempo de hacerlo contigo?
Al escuchar esas palabras, el rostro de Enya palideció de inmediato.
Sintió su garganta hundirse hasta sus pies.
Gernan se había acercado a Enya con una sonrisa diciendo que había presenciado un encuentro íntimo entre Tarhan y ella hace un tiempo. Después de eso, pensó que no la atormentaría más, pero como Enya ahora deambulaba con frecuencia por el gran sitio rocoso debido a la actual situación de la guerra, su reaparición pareció llamar su atención.
—En estos días, estoy tan nervioso debido a la guerra a la que nos enfrentamos...qué no puedo tener una erección. Si abres esa boca y te escucho gemir un par de veces creo que mi pene podría levantarse. ¿Aún no estás dispuesta a cooperar?
Incluso imitó tontamente su forma de andar.
A pesar de sus palabras y acciones insultantes, Enya no respondió, luchando desesperadamente por salir de ese lugar. Fue porque era consciente de que Gernan sabía cómo intimidarla de formas aún peores que esa.
Esta vez, cuando trató de esquivarlo sin siquiera mirarlo, Gernan la detuvo rápidamente.
Entonces, presionó la comisura de su boca que olía fuertemente a hoja de tabaco contra el rostro de Enya. Como si eso no fuera suficiente, curvo sus ojos y boca de forma cóncava y dijo con lo que se suponía era un intento de voz femenina parecida a un graznido de cuervo proveniente de las profundidades de su garganta.
—¿Mmm? Di así... ¡Tarhan! ¡Aang! ¡Tarhan, te amo! ¡Solo existes tú para mí!. ¡Ah, ah!, ¡Se siente bien, se siente muy bien…!
Tan pronto como esos espantosos gemidos provinieron de él, Enya sintió se le erizaba todo el cuerpo. Jadeó por respirar y trató de salir del lugar. Sin embargo, Gernan rápidamente bloqueó su camino una vez más. Entonces, tras abrir completamente sus sombríos ojos, volvió a presionar su rostro contra ella antes de detener sus perturbantes gemidos.
—Cuando te veo, entiendo por qué Tarhan actúa como si pudiera ofrecerte su corazón y alma. Te ves tan suave, y a pesar de que me he acostado con innumerables mujeres aguileñas que se parecen a ti, no me siento igual desde la vez que te vi cogiendo con el subjefe tribal.
—¡Estás-Estás loco…!
Enya, sintiendo disgusto y miedo absoluto, trató de cojear desesperadamente en dirección opuesta a la que él estaba bloqueando.
—Siempre me había preguntado cómo una persona con piernas defectuosas como tú podía acostarse con un hombre como Tarhan. Pero cuando vi la forma en que tu agujero succionaba el semen del subjefe tribal, lo entendí de inmediato.
No obstante, Gernan se aferró a ella con tenacidad.
Esta era la segunda vez que ese pervertido se le acercaba de esta manera.
….¿Cómo podía burlarse de ella con esas palabras cuando ni siquiera tenía el coraje de ponerle un dedo encima por miedo a Tarhan? Había vuelto a acercarsele cuando estaba sola.
Enya sintió impotencia pues había jurado que si él hacía algo así una vez más, de alguna manera informaría a Tarhan.
Su existencia en sí misma era inútil. Acababa de presenciar que tipo de insultos y desprecios Tarhan estaba recibiendo por su culpa, así que ¿cómo podía decirle una cosa tan humillante?
Gernan no dejó de hablar con saña, como si viera a través de sus circunstancias.
—¿Estabas pensando en hacerlo en la sala de reuniones con el sublíder? Si estas piernas blancas estuvieran bien abiertas recibiendo a Tarhan entre ellas, yo estaría frente a ti y...
—¡C-Cállate! ¡Largo de aquí…!
Enya no pudo soportar que uno de sus encuentros que había compartido con tanto amor junto a Tarhan estuviera en boca de un pervertido que sufría de disfunción eréctil y lo usara para lograr su propia estimulación.
Sin embargo, ella era la mujer más pequeña de entre las mujeres aguileñas. El segundo hijo de Kahanti, de quien tanto Serbia se enorgullecía, estaba decidido a detenerla, por lo que no había forma de que ésta pudiera conseguir alejarse de él.
Eventualmente, estalló una pelea mientras intentaba abrirse pasó y la lonchera que había estado en sus manos cayó sin piedad.
¡Pom!
Granos de arroz se esparcieron por el suelo, revoloteando aquí y allá mientras se mezclaban con polvo.
Gernan, que miraba el contenido esparcido por el suelo con interés, volvió a sonreír.
—¿Qué? Son bolas de arroz. Sin embargo, lucen horribl….
Entonces, hubo un fuerte sonido como si se tratase de un terremoto, y la cabeza de Gernan se volvió repentinamente hacia un lado.
—¡Ugh…!
Dejando escapar un gemido bestial, Gernan se desplomó en el suelo con ojos brillantes y las manos envueltas alrededor de la cabeza. No inmune al dolor, el adulto gritó como un niño.
—¡Uff, duele…! ¡Duele!
—Te golpeé para lastimarte, así que por supuesto que debería doler.
Enya levantó la cabeza, sorprendida por la familiar voz que escuchó en ese instante.
Era Rayhald del Bosque de Nervana.
La gran sombra de Rayhald se proyectó sobre el oscuro camino donde se encontraban. Estaba apuntando la segunda piedra a Gernan, tirando del elástico de la honda en su mano. Rayhald amenazó a Gernan en una voz tan baja que era completamente diferente a la habitual.
—La segunda probablemente sea más dolorosa, voy a volverte a golpear en el mismo lugar.
Ante esas palabras, Gernan jadeó mientras lanzaba quejas y gritos.
—Tú…¿n-no eres ese tipo entrometido del Bosque de Nervana?! ¡¿Estás haciendo esto a pesar de saber quién soy?!
—¿Eh? ¿Me conoces?
Rayhald inclinó la cabeza y tiró del elástico. Al mismo tiempo en que pronunció esas palabras, la honda que sostenía produjo un sonido como el de un viento cortante y tal como había predicho, volvió a clavarse con precisión en la parte posterior de la cabeza de Gernan.
—Por supuesto que sé quién eres. Tú, el segundo hijo de Aguilea, ¿tu madre no debería estar decepcionada?
Gernan parecía incapaz de escuchar a Rayhald pues gemía de dolor. Mientras tanto, Enya se quedó con la boca abierta, mirando hacia la gran constitución de Rayhald, que había llegado a su lado antes de darse cuenta.
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Quién es ese bastardo?
Rayhald habló como para regañarla, colocando una mano en su cintura con una expresión de desaprobación.
—Me estaba muriendo de aburrimiento allí dentro como miembro de la Guardia de Kiyan, por lo que salí de ese lugar. Ver esa escena de Enya siendo atormentada por un desquiciado no hizo más que dañarme aún más el ánimo.
Mirando a Gernan, que todavía se retorcía en el suelo, preguntó.
—Un tipo así te está acosando, entonces, ¿por qué no hablas con el sublider tribal? Cuando un hombre vive contigo, puedes hacer que él resuelva este tipo de situaciones.
Enya endureció su rostro al escuchar las palabras de Rayhald. Mientras evitaba responder, este dijo mientras levantaba la lonchera del suelo.
—Vaya, tiraste toda esta valiosa comida al suelo. Que idiota. No deberías relacionarte con un tipo que desperdicia la comida de esta manera.
Al momento siguiente, recogió con sus manos las bolas de arroz que habían caído al suelo y las envolvió una vez más en las hojas secas antes de llevar la lonchera nuevamente al pecho de Enya. Luego señaló con el pulgar a Gernan, que se tambaleaba por detrás, y pronunció una advertencia.
—No vuelvas a involucrarte con ese tipo. Conozco a mucha gente, por lo que he visto todo tipo de miradas, así que puedo decir con certeza que ese tipo no está en sus cabales... Ese bastardo, creo que tarde o temprano va a causar problemas.
Pronto escucharon el sonido de otros pasos a su alrededor.
Como ya estaba oscuro, parecía que habían venido soldados con varias antorchas a ver qué pasaba. Rayhald también tiró de la muñeca de Enya, que sostenía la lonchera que él le había devuelto contra su pecho, y giró la cabeza para ver a las personas que se acercaban.
Pero tan pronto como hizo aquello, la mano de Rayhald, que había estado sosteniendo la muñeca de Enya, cayó.
Justo después de eso, dijo algo en el dialecto del bosque de Nervana. Incluso si no podía entenderlo, estaba claro que era una palabrota.
Entre dos soldados que se acercaban con antorchas, lo primero que vio fue una enorme cicatriz en el pecho de una persona que se desvanecía con la luz. Entonces, un gigantesco hombre lleno de cicatrices que se extendían hasta la nuca se situó frente a ellos con un rostro cargado de ira y ojos penetrantes.
Era Tarhan.
Enya estaba tan horrorizada que pareció olvidar cómo hablar, únicamente separando los labios y mirándolo a los ojos Era cierto que había venido a verlo, pero nunca imaginó sería de esta manera.
Tarhan apretó la mandíbula hasta el punto en que sus músculos faciales se contrajeron y habló como si masticara letra tras letra.
—¿Qué están haciendo todos ustedes aquí?
Traducción: Claire