Capítulo 25

Bosque Salvaje - Novela

07/22/2023

Capítulo 25



Avisak negó de un lado a otro con una mirada arrogante y finalmente salió de la cabaña con paso confiado dado su orgullosa naturaleza. Al irse, Enya se quedó a solas con Tarhan. Entonces dejó de intentar arreglar la postura de sus piernas, que hasta entonces habían estado temblando, y colapsó.

 

Tarhan cambió de expresión en un instante y sujetó el cuerpo de Enya. Ésta se apoyó en su costado y susurró en voz baja, tratando de alejarse de los brazos de Tarhan.  

 

—Ta-Tarhan, suéltame…

 

Sin embargo, el hombre pretendió no escucharla y la alzó en brazos, su barbilla ejerciendo presión. Enya no pudo soportarlo más y gritó. 

 

Al final, las lágrimas que había estado conteniendo se derramaron.  

 

—¡Qué me sueltes!

 

Entonces Tarhan ejerció aún más presión en sus molares y alzó la voz.

 

—Sé lo que quieres decir. ¡Sólo escúchame...! 

 

Enya, sintiendo que estaba a punto de estallar, se secó bruscamente las lágrimas que fluían por su rostro. Se frotó los ojos con tanta fuerza que incluso la piel alrededor empezó a arder. Tarhan se sorprendió al notar aquello y sujetó sus manos rápidamente.

 

—No frotes tan fuerte. Te lastimarás.

 

—¿Qué-Qué tiene eso que ver contigo? 

 

Realmente no era su intención, pero su voz salió con dureza.

 

Enya lo miró, sorprendida por sus mordaces palabras. Como era de esperar, Tarhan la miraba con ojos heridos. Era una reacción tan ridícula...¿No era este hombre una persona que podía lastimar fácilmente a otros? Aún así, Tarhan le rogaba con ojos temblorosos, como si la brusca actitud  dirigida a él fuera su mayor dolor.

 

—No llores. Es mi culpa.

 

Agarró la mano temblorosa de Enya y la envolvió entre la suya.

 

—Solo no quería que te preocuparas. Era una cuestión de vida o muerte para toda la tribu. Me tomó mucho tiempo aceptar y tomar una decisión.

 

Tarhan, quien con tristeza secó las lágrimas que brotaban de los ojos de la mujer, abrazó fuertemente su pequeño cuerpo como si no pudiera soportarlo. 

 

Enya sollozó mientras se derrumbaba en los brazos de Tarhan.

 

Parpadeando con los ojos llenos de lágrimas, se odio a sí misma por no poder enojarse con esta persona.

 

Habiendo nacido y crecido en Aguilea toda su vida, Enya nunca había pisado territorio de otra tribu. Naturalmente, no estaba familiarizada con las historias del vasto continente o de las otras tribus fuera de las tierras de Aguilea. Sin embargo, ese no era el caso para Tarhan.

 

Su decisión tuvo que haber sido la más acertada. Ni siquiera necesitaba su consentimiento para tomar decisiones.

 

Tarhan era el nuevo líder de Aguilea. Todos habían accedido, pero era porque sabían que Kahanti no sobreviviría por más tiempo. Entonces, su decisión era la decisión de Aguilea... así que, ¿quién se atrevería a criticar la decisión de Aguilea?

 

—De ahora en adelante...no me ocultes ese tipo de cosas. No dejes que me entere de algo así por alguien más.

 

Sin embargo, Enya se atrevió a poner esa condición. Sabía que estaba actuando desvergonzadamente, pero en ese momento, quería obtener esa promesa de él más que nada en el mundo.  

 

—Por supuesto. Lo entiendo.

 

Tarhan repitió, frotando su espalda implacablemente. Enya fue abrazada durante un largo tiempo, sintiendo como si su cuerpo se derritiera entre los brazos de este hombre. Estaba tan agradecida por su respuesta, aunque sólo fueran palabras vacías.

 

No pasó mucho tiempo antes de que el hombre levantara su barbilla. Su corazón pareció fluir como un puñado de agua ante la intensa mirada del hombre. Entonces, abrió los labios y se acercó para besarla. Había fuerza en los labios que cavaban en ella con una lengua llena. 

 

Enya colocó una mano sobre su pecho y recibió un apasionado beso. Casi como por costumbre, su cuerpo se elevó en un instante y sus piernas se envolvieron alrededor de su cintura.

 

Con qué tanta pasión se besaron después de eso.

 

En algún momento, Tarhan apartó su rostro de una jadeante Enya. Secó las lágrimas de sus ojos y la acomodó en su muslo.

 

—¿...Estás más tranquila ahora?

 

Parecía que el hombre quien había preguntado aquello mientras presionaba su frente contra la de ella la había besado para calmarla, pero Enya no dijo nada y solo asintió con la cabeza. Entonces presionó la punta de su nariz contra la de ella dejando escapar un doloroso suspiro.

 

Tarhan, habiendo frotado ligeramente la punta de su nariz, la atrajo aún más hacia sus brazos, sosteniéndola sin aliento.

 

—Debes haber oído hablar de Garganta del desierto de Argon.

 

Enya le acarició el pecho mientras éste la sostenía entre sus brazos.

 

Era el lugar con la cicatriz más grande en el ancho músculo pectoral. No había importado cuántas noches se quedara despierta, la sangre no se detenía, por lo que tanto ella como la abuela Piache estaban tan desesperadas que se turnaron para presionar su pecho durante toda la noche intentando detener el sangrado.

 

En ese momento, Enya, que se encontraba cuidando de él, estaba preparada para seguirlo en la muerte. Se dijo que la persona que había infligido esa herida había sido un guerrero de Argon.

 

El Desierto de Argon era un pueblo en constante conflicto con las Grandes Llanuras.

 

Enya respondió, trazando a tientas el lugar donde ahora solo quedaba una cicatriz imposible de borrar.

 

—Si. Recientemente se realizó un reconocimiento pues los movimientos de la Víbora del Agujero eran inusuales.

 

Tarhan frunció el ceño, arrugando así el puente de su nariz, como siempre hacía  cuando hablaban sobre algo realmente preocupante.

 

—Así es. Dicen que el huevo de la Víbora del Agujero, que se pensaba nunca podría ver la luz del sol, despertó. Se dice que el área alrededor de Garganta ha sido completamente devastada. Argon terminó pidiendo ayuda a Perugia y Aguilea.

 

Tan pronto como escuchó aquello, el rostro de Enya se congeló en el lugar. Al ver su expresión, Tarhan sonrió con amargura y tocó su frente arrugada por el ceño fruncido.

 

—Por supuesto que me negué. Perugia también.

 

Argon era una tribu que había dejado un pasado vergonzoso en las Grandes Llanuras durante casi medio siglo. Habían tratado de invadir las Grandes Llanuras por cualquier medio, generando saqueos e incendios provocados para reducir su poder y ocupar su tierra fértil.

 

No sabía en qué estaban pensando al pedirle ayuda a las Grandes Llanuras.

 

—Parece que esta vez Argon está completamente acorralado.

 

Enya observó la expresión sombría de Tarhan, ambos permaneciendo en silencio. Tarhan sonrió con una expresión que de alguna manera pareció cruel.  

 

—Afilaron completamente sus cuchillos. Recientemente nos enteramos que las siete tribus del desierto de Argón se han unido y están formando un ejército. Su propósito, por supuesto, es abandonar su base que ha sido arruinada por la Víbora del Agujero, y encontrar un nuevo refugio. Las fértiles praderas de las Grandes Llanuras, por ejemplo.  

 

Tal vez ella sabía lo que estaba pensando desde el principio. Enya tragó saliva mientras miraba los brillantes y afilados ojos de Tarhan.

 

—Teníamos que hacer algo. Incluso si el poder de Aguilea se ha estado fortaleciendo recientemente, no es suficiente para encargarnos de todas las fuerzas de Argon por nuestra cuenta. En ese momento, Perugia le pidió ayuda a Aguilea con el pretexto de una escasez de alimentos.

 

Ante sus palabras, Enya acarició los párpados hundidos de Tarhan. Incluso cuando regresaba a casa, ella había notado que no estaba durmiendo bien y se encontraba frecuentemente ocupado preparando algo, yendo y viniendo con los ancianos a la herrería y la despensa de alimentos.

 

Pero nunca se imaginó que estuviera preparándose para la guerra...

 

Enya pensó que sabía todo sobre él, pero en ese momento se sintió como una completa extraña.

 

—Entonces… Si la guerra comienza…

 

El solo pensamiento hizo que Enya se sintiera nuevamente desconsolada. Sentía como si una bola de fuego hirviendo fuera expulsada desde su interior de solo pensar en ello. Ahora que se había convertido en el primero a cargo de la tribu, había bajado un poco el riesgo de perderlo en batalla. Sin embargo, ahora estaba al borde de un ordinal más grande.

 

Al ver la expresión de Enya colapsar, Tarhan tensó los labios. 

 

Sus ojos se volvieron feroces una vez más. 

 

Enya sabía qué significaba esa expresión. La veía cada vez que... se arrojaba a un lugar más empinado y peligroso sin vacilar. Incluso estando quieta, pudo sentir el dolor emocional de alguien asfixiándola. Su cuerpo tembló como si algo la hubiera paralizado.

 

Tarhan tocó su frente, preocupado.

 

—¿Enya…? ¿Te duele el estómago?

 

Ella negó con la cabeza. Enya gimió y hundió el rostro en el pecho de Tarhan. Él, a su vez, la abrazó rápidamente contra su cálido cuerpo.

 

Las inseguridades, las preocupaciones, una extraña sensación de alivio y un dolor inexplicable se mezclaron y la envolvieron.

 

Un día se imaginó a sí misma no estando al lado de Tarhan. De hecho, siempre se lo imaginaba. Cuando abría los ojos por la mañana, se imaginaba que Tarhan no estaba allí. Cada vez que eso sucedía, un miedo escalofriante se extendía desde los dedos de sus pies hasta el resto de su cuerpo.  

 

Sin Tarhan, Enya estaba muerta. Tarhan ya lo era todo para ella.

 

…Desde el momento en que le arrojó una fruta a esa niña muerta de hambre… no, desde el momento en que vio al niño que vagaba con ojos de bestia hambrienta en ese campo árido y abandonado, la vida de Enya dejó de ser suya.

 

Entonces, si él ya no existiera, ella lo seguiría incluso hasta el final. Esa fue la conclusión de Enya.

 

Pero...

 

—No temas, Enya. No tienes nada que temer. Definitivamente te mantendré a salvo de cualquiera. Incluso del ejército de Argon.

 

... ¿Por qué este hombre era tan intrépido? Actuaba como si no creyera que algo podría matarlo. Enya se enrolló como una pelota y se acercó aún más a los brazos de Tarhan. Era para escapar del miedo distante que envolvía su mente y cuerpo.

 

Cuando su cuerpo se acercó a él por voluntad propia, este se apartó ligeramente con un suave gemido para mirar su expresión un tanto aliviada.

 

—Mientras yo esté aquí, nadie podrá lastimarte.  

 

Enya enterró la cabeza en esos familiares brazos y cerró los ojos.

 

Mientras Tarhan le acariciaba la mejilla con delicadeza y le alzaba la barbilla con la punta de los dedos, unos labios calientes se posaron sobre los suyos. Ella recibió su apasionado beso con un corazón que solo quería llorar, y fue succionada una vez más en el trance que este le proporcionaba.






Traducción: Claire



Capítulo 25

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