Capítulo 23

Bosque Salvaje - Novela

07/17/2023

Capítulo 23



—Enya, ¿estás bien…?

 

Ihita observó el rostro de Enya que había palidecido y preguntó con cuidado. Enya asintió apresuradamente, pero por dentro estaba hecha un desastre.

 

—De todos modos, dijo que vendría a visitar el hogar del sublíder tribal, incluso aunque solo sea para ver el rostro de Enya.

 

Enya fue consciente de que su rostro se había convertido en arcilla gris en un instante. Su corazón, a su vez, oscureció como el barro.

 

Ella nunca había conocido a una persona tan importante como la hija de un líder tribal. Kahanti sólo tenía hijos varones y, a veces, cuando mujeres afirmaban que este era el padre de sus hijas, Serbia se negaba a admitirlo hasta el final.

 

Enya abrió los labios y murmuró.  

 

—Ese cabello rojo…

 

—Oh, ¿has visto a Avisak?

 

Ihita respondió de inmediato. Como era de esperar, ella también había imaginado que esa mujer era la hija del líder de Perugia.

 

—¿Avisak…?

 

—Sí, su nombre es Avisak.

 

Fue entonces cuando se escuchó una fuerte conmoción fuera de la cabaña de Tarhan. Enya se aferró a su pecho ante la extraña conmoción que se estaba produciendo fuera de su hogar.

 

—¿Qué clase de alboroto es este...?

 

Una Ihita realmente sorprendida miró fuera de la cabaña.

 

Enya también echó un vistazo fuera a través de la tela colocada en la entrada. Varias mujeres estaban reunidas alrededor de la cabaña de Tarhan. Todas eran mujeres a las que nunca había visto antes. Eran altas, un poco oscuras de piel y una de ellas tenía el cabello rojo fuego. 

 

Enya podría reconocer a esa mujer de inmediato…. Avisak, la mujer con el cabello rojo fuego.

 

La hija del líder de Perugia.  

 

—Oh, por los dioses. Realmente vino aquí por tí.

 

Mientras Ihita decía aquello, rápidamente tomo en brazos el paquete de aperitivos que Enya le había preparado. Enya también alisó su ropa con el rostro pálido. Miró a Avisak y a las mujeres que habían venido a la cabaña de Tarhan y salió a su encuentro con el rostro endurecido.  

 

Ihita la siguió y pudo notar a las demás mujeres perugianas. Entonces volvió a enfocar su mirada en Enya.

 

—¿Eres la pareja de Tarhan?

 

La mujer pelirroja que notó a Enya aparecer por la entrada, arqueó las cejas y preguntó.

 

Enya tuvo que esforzarse para no parecer sorprendida frente a la mujer llamada Avisak. Era muy alta a primera vista. Parecía poder estar sobrepasando los hombros de Tarhan, quien era tan prominente en comparación a los demás hombres de Aguilea.

 

Su exhuberante cabello rojizo estaba trenzado y revoloteaba sobre su espalda. No lo había notado pues solo había tenido la oportunidad de verla brevemente el día anterior, pero a plena luz del día pudo apreciar rápidamente que la mujer poseía una belleza particular.

 

Los implacables ojos marrones se abrieron de par en par cuando notaron a Enya, pero rápidamente se aflojaron en un instante. Entonces, su mirada se volvió hacia el tobillo de Enya para asegurarse de que era la mujer de la cual había escuchado.

 

Enya escondió instintivamente su pierna detrás de la otra.

 

Esta se mordió el labio viéndose incapaz de responder a la pregunta de Avisak. No pudo enderezar sus hombros temblorosos ante la princesa de Perugia, majestuosamente de pie frente a ella junto a las cinco o seis mujeres de Perugia que había traído consigo.

 

Avisak demostró su gran presencia y sonrió al darse cuenta de ello.

 

Esa expresión era exactamente de la que había estado hablado Ihita. Ojos ambiciosos que revelaban abiertamente sus deseos escudriñaron a Enya.  

 

—....Parece que es así.

 

De pie frente a Avisak, Enya se sintió demasiado pequeña y en mal estado. Cuando ésta no respondió, Avisak se dirigió a las mujeres que estaban detrás de ella.

 

—Hablaré con esta mujer, si viene alguien háganmelo saber de inmediato.

 

Su actitud demostró que no titubeaba al ordenar a los demás. Era un tono que, naturalmente, le recordó a Serbia. Dicho tono junto al dialecto perugiano le pareció muy desconcertante.

 

—E-Enya…

 

Enya rápidamente volvió la cabeza ante la pequeña voz de Ihita que venía desde atrás. Ihita miraba a Avisak y a las mujeres de Perugia que había traído con ojos perturbados. Enya trago saliva y sonrió amablemente a Ihita. Sintió que tenía que dejar ir a esta niña, por lo que se esforzó mucho para que no temblara su voz.

 

—Ihita, realmente disfruté tu compañía el día de hoy. ¿Puedes ir y decirle a Tarhan que estoy bien? No le digas quién ha venido hasta aquí.

 

Al escuchar aquello, Ihita cambió inmediatamente de expresión y miró alternativamente hacia las dos mujeres con preocupación. Parecía estar contemplando si quedarse o no.

 

Tal vez quería aligerar a Ihita, por lo que Enya la instó una vez más.

 

—Ve.

 

Eventualmente, Ihita retrocedió y giró su cuerpo rápidamente antes de comenzar a correr hacia la aldea. En un instante, Enya estuvo rodeada por Avisak y las mujeres que había traído consigo.

 

Avisak miró con curiosidad a Enya, que había enviado de vuelta a Ihita.

 

—Escuché que no te has sentido bien últimamente, pero no creo que ese sea el caso.

 

Usó un tono respetuoso. Enya parpadeó, confundida. Contrario a la expectativa de ser tratada tal como a sus subordinadas, Avisak habló educadamente, tratándola como a su igual.  

 

—Escuché mucho sobre ti en mi camino hasta aquí. Se dice que has vivido durante mucho tiempo en la cabaña de Tarhan. Aunque aquí no existe una tradición conyugal, escuché que una pareja será tratada como compañeros si viven juntos el tiempo suficiente. Tal como Serbia y Kahanti.

 

Avisak sonrió, luego agregó con voz aguda.

 

—Por supuesto, marca la diferencia si tienen hijos o no.

 

Extendió una mano luego de decir aquello.

 

Enya trató de no parecer nerviosa frente a Avisak, quien lanzaba comentarios desafiantes mientras la observaba cuidadosamente. Enya comentó sin sostener su mano extendida.

 

—…Escuché que me estabas buscando.

 

Avisak mostró una expresión un poco vaga ante su actitud defensiva. Pareció sorprendida por la reacción más dura de lo esperada, pero pronto continuó con una sonrisa en su rostro.

 

—Ah, así es. Creo que has oído hablar de mí. Soy Avisak de Perugia.

 

Agregó señalando a las otras mujeres que la acompañaban.

 

—Esa es Jerzena, Pireche y Yomba. Las otras están explorando la zona. Estaba preocupada, pero resultó ser un lugar mucho mejor de lo que esperaba. Se encuentra muy bien administrado.

 

—Ah…

 

Los comentarios de Avisak fueron más favorables de lo que Enya imaginaba, por lo que su mirada se dirigió a las mujeres que ésta había traído consigo. Estaban de pie detrás de Avisak y miraban a Enya con una expresión indiferente.

 

Era la primera vez que la trataban de esa manera, por lo que Enya estaba avergonzada. No encontró en ellas el asco al que estaba acostumbrada ni el instintivo rechazo hacia sus tobillos.

 

«¿No son conscientes de cómo son las cosas en este lugar...?»

 

Enya pronto se dio cuenta de que la cultura de Perugia parecía no considerar repugnante el tratar con personas discapacitadas. Paradójicamente, esto permitió a Enya sentirse menos nerviosa frente a ellas que ante los aguileños.

 

—Tu nombre es Enya, ¿verdad? Quería conocerte. Escuché que no te sentías bien, pero no parece que ese sea el caso. Si te parece bien, ¿puedo hablar a solas contigo?

 

Mientras se preguntaba cómo respondería Enya, Avisak miró a las mujeres que la acompañaban. Entonces las mujeres perugianas asintieron con la cabeza y retrocedieron unos pasos.

 

—¿Te incomodan mucho las piernas? ¿Qué tal si entramos y hablamos? 

 

—Ah…

  

Estaba desconcertada por notar que alguien más que Tarhan parecía preocuparse por sus piernas. Avisak levantó las cejas al no entender su reacción.

 

Enya finalmente la dejó entrar a la cabaña. Avisak, que había hecho esperar a las otras mujeres de Perugia fuera de la puerta, miró maravillada alrededor del hogar

 

—Es una cabaña muy bonita. Siempre me sorprende el estilo de vida de Aguilea.

 

Enya tragó en seco mientras la observaba, quien con curiosidad miraba alrededor de su hogar. Poco después, Avisak, sentada frente a ella, no demoró y fue directa al grano.

 

—No sé qué habrás escuchado por parte de Tarhan. Pero no creo que nuestra llegada haya sido repentina para Enya.

 

Desde una posición sentada con la espalda recta y las manos en las rodillas, Avisak parecía más una guerrera que una princesa de Perugia. Mientras tanto, Enya miró fijamente a Avisak. No la había dejado entrar a su hogar solo para tener una conversación tribal.

 

—¿Por qué me estabas buscando?

 

Cuando preguntó sin rodeos, ojos marrones la miraron claramente con ambición. Avisak respondió de manera insignificante.

 

—Ah. Ahora que estamos una frente a la otra de esta manera, quiero asegurarme de que mi posición y mis aspiraciones en Aguilea estén claras. De hecho, pensé que podría encontrarme con Enya por la mañana, pero ese no fue el caso. Entonces, Enya… En primer lugar, déjame aclarar que no tengo nada contra ti. ¿Qué tipo de resentimiento puedes tener por alguien cuando lo conoces por primera vez?

 

Cejas curvadas y amistosas la observaron fijamente. Enya sintió un escalofrío bajar por sus hombros. 

 

Avisak habló con voz confiada.  

 

—Haré de Tarhan mi marido.   

 

Enya no pudo decir nada ante semejantes palabras. Avisak continuó con una sonrisa en los labios. 

 

—Realmente me gusta Tarhan. Es un poco terco y rudo, pero eso se volverá aburrido con el tiempo. Lo que más me gusta es su fuerza, su tenacidad, así como su habilidad. Cuando llegó, Perugia estaba casi en las ruinas. No solo resolvió las dificultades de nuestra comunidad, sino que también proporcionó un avance refrescante a los problemas de mi tribu. Desde que era una niña, siempre quise que un hombre como él se convirtiera en mi esposo.






Traducción: Claire

 

Capítulo 23

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