[Nota de traducción: A partir de ahora, estaré a cargo de retomar la traducción de "Bosque Salvaje”. Esperemos podamos llegar al final de esta…intensa novela. Es todo por mi parte, ¡que tengan buena lectura!. ]
Capítulo 21
Levantó su muñeca y besó delicadamente el final de ésta.
Sus dedos hormiguearon. Enya parpadeó rápidamente cuando sintió lágrimas arremolinarse en sus ojos. Su cuerpo parecía no funcionar correctamente, ¿por qué salían lágrimas si estaba tan contenta?
Tarhan vaciló un momento al notar su expresión, hasta que finalmente acercó lentamente su rostro.
Tan pronto como sus labios tocaron los de Enya, ésta cerró sus ojos y se acomodó entre sus gruesos brazos. Fue un beso muy lento, diferente del anhelante y hosco habitual. Abrió sus labios con cuidado y su lengua llegó al punto más sensible de su boca.
El mundo desapareció para ellos dos mientras sus manos la envolvían y acariciaban lentamente.
Enya levantó ligeramente la muñeca de donde colgaba el brazalete y la apoyó contra su pecho. Sin embargo, la dejó caer rápidamente al sobresaltarse por el precipitado retumbar de su corazón.
Entonces el hombre volvió a tomarle la mano y se la llevó al cuello.
Su piel parecía haber cobrado vida. El cuerpo de Enya tembló ligeramente ante el sonido producido por su corazón turbulento. ¿Cómo podía un latido tan fuerte retumbar en la nuca más aterradora y llena de cicatrices de las Grandes Llanuras de Aguilea?
Enya abrió la boca para recibirlo y fue absorbida por el dulce trance que éste le provocó.
***
El brazalete volvió a su cofre. No podía permitirse usar en el día a día ese precioso objeto que Tarhan había escogido especialmente para ella, incluso si este estaba en Perugia.
Ella ni siquiera se dio cuenta de que Tarhan, quien la había estado observando en silencio, tenía una expresión que parecía dar a entender no comprendía sus intenciones.
Tarhan se fue de casa incluso antes del amanecer. Dado que el Día de Reposo fue interrumpido inesperadamente, habían muchos miembros de la tribu esperando a que tomara una decisión, pues Aguilea ya se había vuelto lo suficientemente caótica con la llegada de nuevas mujeres provenientes de Perugia.
A pesar de que Enya trató de cuidar de él y pensaba conformarse con las sobras, él la instó firmemente a lo contrario, por lo que se sentó y comió a su lado. Las partes más llenas del pollo fueron desprendidas por Tarhan, y tanto aquello como el arroz recién hecho entraron más en su boca que en la de él.
Después de terminar de comer y despedir a Tarhan, se hizo nuevamente el silencio en la cabaña.
Enya ventiló y despejó la cabaña que se encontraba a oscuras con la intención de comenzar el día con normalidad. Después de eso, viéndose sin nada más que hacer, se acostó en el lado de la cama de Tarhan mientras sostenía su vientre. Pareció haberse quedado dormida.
—Enya…Enya…
Fue la familiar voz de Ihita la que la despertó.
Ihita, la asistente de Piache, una de las pocas personas que podían entrar y salir del hogar del sublíder tribal, estaba llamando a la entrada.
Enya se levantó apresuradamente, organizó su ropa y dejó entrar a Ihita. Ihita entró a su habitación, a la que estaba familiarizada, sosteniendo una canasta con medicinas en ambas manos. Dijo con voz contundente mientras dejaba la canasta en el suelo.
—Estoy aquí porque Tarhan me dijo que viniera a verte. ¿Qué tal tu cuerpo ? ¿Sigues sangrando mucho?
—No, estoy bien.
Enya respondió con sus mejillas un poco enrojecidas.
El hombre que actuaba como si fuera la única mujer que menstruaba en Aguilea a veces la hacía sentirse avergonzada. Este tipo de sobreprotección era vergonzosa. Como si supiera lo que estaba pensando, Ihita refunfuñó y maldijo a Tarhan.
—Tuvo que haber sido difícil llegar hasta aquí. ¿Haz comido algo?
Enya, incapaz de ocultar su vergüenza por las acciones de Tarhan, ofreció esto y aquello. Sin embargo, Ihita se levantó rápidamente de su asiento y agitó una mano.
—Esta bien, no te preocupes. ¿Qué pasa si me quedo aquí durante más tiempo de lo necesario y Tarhan vuelve corriendo como loco mientras agita su hacha para ahuyentarme?
Ihita se sentía muy incómoda con el sublíder. Era un miedo casi cercano al terror. Si era por amenaza de Tarhan, correría a cuidar de Enya en lugar de arar el campo. Enya siempre se sentía mal por eso, así que trató de ser amable con Ihita.
Por supuesto, la presencia de Ihita en sí era buena.
Ihita todavía era más joven que Enya. Recientemente había comenzado a aprender sobre hierbas medicinales con la abuela Piache. Tarhan había insistido a la abuela Piache para que atendiera a Enya. Sin embargo, la abuela ya no estaba en condiciones para ir y venir desde la aldea hasta la cabaña del sublíder tribal.
Ihita se convirtió así en la única persona que entraba casualmente a la cabaña del sublíder, a la que todo el mundo se mostraba reacio a pisar.
Al principio, ella también se había mostrado reacia a mirar a Enya al igual que las demás mujeres tribales. Sin embargo, la chica que se había visto forzada a entrar y salir de su hogar por órdenes de Tarhan finalmente se sentía cómoda hablando con ella.
Enya todavía era joven así que siempre se esforzó por acercarse a Ihita, quien ya no era tan reacia a acercarse a ella como las demás mujeres.
—¿Por qué Tarhan echaría a Ihita…? Él no es ese tipo de persona.
Ihita entrecerró los ojos al escuchar aquello.
Era una mirada que parecía decir que sus palabras no tenían sentido. Si no hubiera estado frente a Enya, habría resoplado.
Enya se mordió el labio con torpeza. Hablaba en serio, pero sentía había rechazado esa aseveración sin ninguna consideración.
—Como sea, solo vine a ver si estabas bien.
Murmuró sin rodeos y trató de levantarse. Enya rápidamente sujetó a Ihita.
—No hagas eso, siéntate un rato. ¿Quieres un poco de agua fría?
La cabaña del sublíder tribal estaba tan lejos de la aldea donde se agrupaban las demás cabañas al punto de casi tener que subir una colina para llegar a este lugar.
Era difícil llegar hasta aquí. Ihita lo consideró por un momento y volvió a tomar asiento rígidamente. De todos modos, tenía algo que decirle hoy.
—¿...Debería?
La expresión de la mujer del sublíder se iluminó inmediatamentr y con paso torpe, sacó agua fría de una jarra y se la ofreció. A pesar de su cojera, por la forma en que se movía por la cabaña parecía que recorría un espacio al que realmente estaba familiarizada. Dijo para sí misma que era una buena anfitriona de su hogar.
Finalmente, Ihita se sentó como toda una adulta, tomó el agua ofrecida por Enya y miró alrededor de la cabaña.
Siempre lo había pensado: era una cabaña muy bien organizada. Se notaba que manos amorosas habían dado sus toques por todos lados.
Como asistente de la abuela Piache, ella se la pasaba de cabaña en cabaña, pero ninguna la hacía sentir tan cómoda como esta. Esa era la razón por la que siempre que venía sudando frío hasta este lugar debido a la feroz mirada del sublíder tribal, terminaba pasando el rato con esta mujer que era realmente amable con ella sin saber qué hacer.
Ihita miró a la mujer frente a ella. No había forma de que un sublíder tan aterrador como él hubiera decorado el interior de la cabaña de forma tan acogedora, por lo que debería haber sido obra de esta mujer.
—...Vino a verme y me dijo que fuera a Enya, pero el sublider estaba realmente enojado hoy. Por lo general no tiene una expresión muy agradable, pero la de hoy era particularmente aterradora.
Ihita murmuró angustiada mientras comía el dulce pastel de arroz con cebada que Enya le había servido junto con el agua. Cuando recordó la expresión del sublíder que había visto antes, su cuerpo inmovil pareció chillar por sí solo.
La palabra que venía a su cabeza cuando observaba la apariencia del sublíder tribal, era "fuerza".
El hombre ejercía algo así como una presión que hacía que la persona que hiciera contacto visual con él inclinara la cabeza del miedo.
No era solo por su apariencia… todo su ser parecía abrumado por las duras experiencias que debió haber acumulado desde una edad muy temprana.
Ihita también sabía que el sublíder de la tribu era muy atractivo, es decir, tenía ojos para poder apreciar eso.
Las mujeres tribales que lo habían observado durante mucho tiempo le tenían un miedo terrible, por lo que sólo miraban su espalda cuando éste pasaba. Incluso cuando una mujer joven como Ihita se encontraba con él, se volvía muy tímida al punto de arderle la garganta, por lo que no tenían otra opción más que observarlo, embobada.
Todo debido a su magnífico rostro
«Por supuesto, ni siquiera me fijé en algo así cuando lo vi por primera vez ...»
Ihita recordó al sublíder una vez más, y sin darse cuenta, tembló como una niña en medio de la nieve.
«¿Cómo pude haber sobrevivido hasta ahora…»
Nadie se fijaba en su hermosa apariencia cuando veía al sublíder por primera vez.
…Veían sus cicatrices.
Las cicatrices en la espalda y el pecho, las que atravesaban su barbilla, el cuello y los hombros del sublíder, fueron lo suficientemente impactantes como para aplastar todas las primeras impresiones del hombre en un instante.
Eran cicatrices que podían cambiar la impresión de una persona, y era suficiente para hacerla sentirse sobrecogida más allá del miedo al punto de preguntarse cómo podría haber sobrevivido. Huellas de un pasado terrible que no se podrían haber conseguido en una sola batalla, habría tenido que arriesgar la vida durante un largo período de tiempo, innumerables veces, repetidas veces.
'¿Eres la nueva asistente de Piache?'
Cuando Ihita vio al rumoreado sublíder por primera vez, recordó retroceder como un cachorro asustado.
Ya sean por las garras de un monstruo o por la espada de este hombre, ella realmente creía que iba a morir, demostrando así la fuerza del hombre plantado firmemente frente a ella mientras la observaba de forma realmente aterradora.
La mayoría de las mujeres no podían atreverse siquiera a mirarlo estando incluso frente a él, peor caminar a su alrededor.
…A excepción de la mujer frente a ella.
Ihita miró a la mujer sentada frente a ella con una expresión en blanco mientras salía de sus pensamientos.
Una mujer que parecía haber sido creada por todas las cosas suaves del mundo, con un cuerpo que probablemente no tendría ni la mitad del tamaño del sublíder, y un rostro pequeño que parecía demasiado frágil.
Aún así, Ihita nunca había visto a esta mujer temblando de miedo frente al sublíder tribal.
Incluso para sacar a relucir estas palabras…
—No creo que esté enojado. Es solo que tiene muchas cosas por las que está preocupado.
Ihita miró a la mujercita que defendía al sublíder frente a ella de forma distante. ¿Cómo podría no estar sorprendida de escuchar a Enya hablar así con una mirada que parecía creer firmemente en sus palabras?
—…Incluso si Tarhan no dice nada, siempre estará agradecido con Ihita. Recorres un largo camino todos los días para cuidar de mí.
¿Realmente pensaba así?
Ihita volvió a abrir los ojos y bebió un sorbo de agua. Sin saber cómo se sentía Ihita, Enya juntó las manos y volvió a decir.
—A Tarhan realmente le agrada Ihita. De lo contrario, no te habría pedido que vinieras a mí.
Entonces Ihita perdió las palabras y se rascó la nuca.
¿...En serio?
El sublíder parecía extraordinario a su manera, pero esta mujer también era un dolor de cabeza.
¿Qué tipo de shock psicológico tuvo de joven? ¿Cómo podía decir casualmente que el sublíder era una persona inusualmente amable, cuando él era el hombre que la miraba con ojos feroces y constantemente le ordenaba que fuera a su casa?
Traducción: Claire